martes, 22 de agosto de 2017

Los eclipses en la mitología de los pueblos

Durante milenios, los eclipses solares han sido fuente de mitos, en ocasiones violentos, para numerosos pueblos. La ciencia explica que el Sol obscurece porque la Luna pasa delante de él, pero antes de eso, la gente imaginaba todo tipo de razones para lo que sucedía en el cielo.
Las leyendas revelan mucho más acerca de los pueblos que las crearon que sobre el Sol o la Luna, dice Anthony Aveni, autor del libro “In the Shadow of the Moon: The Science, Magic, and Mystery of Solar Eclipses”.

“No es mito. No es ciencia. Es cultura”, dijo Aveni, profesor de física y sociología en la Universidad de Colgate.
Son a menudo historias morales que advierten sobre contravenciones de todo tipo, desde mentir hasta incesto, dijo Aveni. Pueden ser sangrientos y de miedo y por ello enseñan lecciones. Después de todo, ¿qué va a asustar más que el Sol desapareciendo en medio del día?

Violencia

Quizás la leyenda más sangrienta sobre eclipses proviene de India “y no es para timoratos”, dijo el director de planetario Mark Littman, de la Universidad de Tennessee.
Un demonio llamado Rahu trató de robarse el néctar de inmortalidad de los dioses, pero el Sol y la Luna lo reconocieron. Rahu comenzaba a beber el néctar cuando Vishnu le lanzó un disco que “le cercenó el cuello”, dijo Littmann. El néctar estaba en la boca de Rahu, pero el resto del cuerpo desapareció. La cabeza inmortal persigue al Sol y la Luna por los cielos y “cuando los alcanza da un mordisco”, pero como no tiene cuerpo, cuando se traga a la Luna o el Sol, estos reaparecen.

Comidas

Como el Sol desaparece como una galleta siendo devorada lentamente, abundan los mitos relacionados con alimentos. Los nórdicos tenían un lobo que mordía el Sol. En otras partes ha sido un perro, un dragón, un pájaro y una serpiente del infierno. A menudo la bestia escupía el Sol porque es demasiado caliente.

Furia

Littmann dice que los indígenas Pomo en California hablaban de un oso que estaba caminando cuando se encontró con el Sol. Los dos se pelearon sobre quién tenía derecho a pasar y el oso, enfurecido, mordió al Sol y siguió mordiendo hasta que llegó la Luna al salvar el día.

Cálculos

Pero no todo en la antigüedad era superstición y mito. Los babilonios, los mayas y los chinos notaron miles de años atrás que había un patrón matemático en la ocurrencia de los eclipses y comenzaron a calcularlos. Notaron que el regreso de un eclipse a un mismo lugar tomaba 18 años y 11 días. “Si puedes predecir algo, no te asusta”, dijo Littmann.

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