lunes, 10 de agosto de 2020

¿Sabes cuál es el perro sagrado para la mitología azteca?

El xoloitzcuintle es una raza de perro mexicano autóctono. Se encuentra en el país desde el Imperio Azteca, hace aproximadamente 7.000 años. Su nombre proviene de dos palabras en la antigua lengua de los aztecas: xólotl, dios del ocaso y de la muerte, e itzcuintli, que significa perro. 

 

En agosto del año 2016, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, declaró al perro xoloitzcuintle como patrimonio cultural y símbolo de la capital mexicana.

Con la llegada de la colonización español se enfrentaron a su extinción. A partir de 1956 se empezó su rescate, apenas lo suficiente como para que no desapareciera para siempre, desde ese momento del siglo XX llegó su verdadero auge. En la actualidad esta raza de caninos no tiene peligro de extinguirse.Posee un promedio de vida de entre 12 y 14 años. Una de sus características peculiares es su falta de pelaje que puede llegar a ser total en muchos casos, aunque en algunos llegan a tener cierta cantidad.Está considerado por la Federación Canófila Mexicana y la Federación Cinológica Internacional como “canino primitivo del mundo”, con un función zootécnica de protección y compañía.En la mitología azteca, mexicana, el xoloitzcuintle era el acompañante de las almas de los muertos en su viaje al Mictlán, el inframundo, por lo cual eran sacrificados y enterrados junto con los difuntos, aunque también era considerado sagrado.Es también parte integrante en el arte mesoamericano antiguo. Aparecen con orejas puntiagudas y piel arrugada, indicando así su escazes de pelo.


7 000 años de antigüedad sin que el hombre haya intervenido en su generación.

 

El xoloitzcuintle es el guía espiritual de los mexicas. Y su historia en el jardín mítico azteca tiene que ver con dos mitologías que giran alrededor de esto hermoso animal. La primera mitología mexica narra que al inicio había dos hermanos gemelos y dioses que encarnaban un rostro antagónico del planeta Venus en su tránsito frente al Sol. El primero de ellos era Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, que representaba la vida, la luz y el conocimiento; su parte antagónica era el dios Xólotl, asociado a la oscuridad, lo monstruoso y la muerte –algo muy similar a la mitología de Apolo y Dionisos de los Griegos antiguos.

Después de varios intentos para dar vida, se dieron cuenta que había que descender al Mictlán y obtener los huesos del inframundo que harían posible la creación de la humanidad. Algunas veces se omite a Xólotl y sólo Quetzalcóatl desciende por los huesos al Mictlán, se dice Xólotl se ofrece para bajar al inframundo a pesar de que eso tuviera fuertes repercusiones: transformarse en un perro, el xoloitzcuintle.

Han sido varias las representaciones de Xólotl como hombre con cabeza de perro, que sin temerle al majestuoso Mictlantecuhtli, el señor de la Muerte, le entregó el hueso con el que más tarde pudo regresar al mundo de los vivos. Con esos huesos, los dioses crean al primer hombre y a la primer mujer.

La segunda leyenda, continuación aquella, tiene que ver con que Xólotl creó al perro de una astilla que Mictlantecuhtli le dio de los Huesos de la Vida. Al ver lo especial de su creación, Xólotl le regaló el xoloitzcuintle al hombre. En vida los hombres cuidan bien del xoloitzcuintle, pero cuando llega el día de la muerte del hombre, se sacrifica a estos increíbles perros para enterrarlos en las tumbas junto a su dueño, con el fin de que guiaran al alma de su dueño a través del Mictlán.

La tradición mexica afirma que el xoloitzcuintle debía ser totalmente negro, si presentaba manchas en su cuerpo quería decir que es perro ya había servido al alma de otro difunto. Los mexicas consideraran sagrado al Xoloitzcuintle al grado de adorarlo en muchas de sus representaciones esculturales y pictográficas.

Desde la época prehispánica este animal se convirtió en el favorito de dioses y humanos, ya que es un perro inteligente, social, fiel y cariñoso, y al mismo tiempo posee un comportamiento territorial, vigilante y guardián. Durante la colonización, este precioso animal estuvo a punto de extinguirse ya que lo utilizaban como alimento para resistir las expediciones. Gracias a su instinto e inteligencia han sobrevivido más de siete mil años.

El Xoloitzcuintle es un patrimonio del país, legado de nuestros antepasados y su existencia continúa enriqueciendo nuestra cultura. Tras la Revolución Mexicana, el xoloitzcuintle fue adoptado por artistas como Frida Kahlo, Diego Rivera, Rufino Tamayo y Raúl Anguiano como símbolo nacional, y lo recuperaron como parte de la identidad nacional.

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