sábado, 16 de septiembre de 2017

Némesis, la diosa de la venganza


Némesis es una de las deidades primordiales de la mitología griega, esto significa que no está sometida a los dictamines de los dioses olímpicos por ser anterior a ellos. Las deidades primordiales salían de las fuerzas primigenias del Universo y no se someten a otro control que ellos mismos.

Némesis es la diosa de la justicia retributiva, la venganza y la fortuna. También castigaba a las personas que no obedecían a sus superiores, aquellos que tenían el derecho de mandarlas, y, por tanto, a los hijos que desobedecían a sus padres. Otra de sus funciones era la de recibir los votos y juramentos secretos de amor y vengaba a los amantes traicionados por la infidelidad o el abandono de sus amantes.

La equivalente romana de Némesis es, en gran parte de sus funciones, Envidia.

Némesis vigila la correcta distribución de la felicidad y el derecho y, por tanto, también se encarga de impartir el justo castigo por los delitos cometidos y por la soberbia humana. Némesis proviene de la voz “nemein” que significa reparto, administración, distribución.

Representa la atribución por una autoridad legal; de un modo más preciso, Némesis es la justa repartición en tanto no es respetada, en tanto es amenazada y puesta en tela de juicio. Asociada a Temis, que asienta la justicia verticalmente desde los dioses, Némesis define un plan de repartición-retribución de forma correcta, legal y castiga la excesiva y arbitraria. Sus sanciones tienen usualmente la intención de dejar claro a los hombres que, debido a su condición humana, no pueden ser excesivamente afortunados ni deben trastocar con sus actos, ya sean buenos o malos, el equilibrio universal.

En su valor simbólico, Némesis personifica la "venganza divina"; la divinidad que castiga el crimen, pero, sobretodo, representa el poder encargado de suprimir toda "desmesura", como aquel que permite el exceso de felicidad en los mortales, el orgullo de los reyes, etcétera. Esta es una concepción fundamental del espíritu helénico: todo cuanto sobresale de su condición, tanto en bien como en mal, se expone a las represalias de los dioses, pues tiende a poner en peligro el imprescindible equilibrio universal; por eso debe castigarse si se quiere que el mundo siga tal como es. De este modo, por ejemplo, Creso, demasiado feliz por sus riquezas y su poder, es arrastrado por la Némesis a su expedición contra Ciro, expedición que acaba por ser una ruina, el castigo a una ambición desmedida.

El poder irresistible de Némesis está expresado por su asociación con Adrastea, divinidad asiática que se confundió con ella, hasta ser este nombre uno de sus epítetos. Némesis es uno de los atributos del dios supremo, y era, en unión de Adrastea, el instrumento de la cólera divina.

Es la personificación del levantamiento contra la injusticia (el nombre griego significa "ira"), al propio tiempo vengadora del crimen cometido y juez imparcial en los certámenes, provista de balanza, espada y regla de medir. Como diosa del destino tiene el poder de retrotraer al suelo de la realidad a aquellas personas que han gozado de una buena suerte inmerecida.

La procedencia de la diosa no está clara. Hesíodo la considera hija de Érebo y Nix (la Oscuridad y la Noche), mientras que Pausanias atribuye la paternidad de Némesis a Océano.

A Némesis se le atribuye tres hijos. Amada por Zeus, Némesis huye de sus requerimientos, y para poder librarse de él adopta varias formas, entre ellas pez, ganso y cisne, y finalmente termina transformándose en oca. Zeus consigue poseerla transformándose a su vez en cisne y, de esta unión, Némesis concibe un huevo.

La diosa entrega ese huevo, por medio de unos pastores, a Leda, reina de Esparta, para su crianza y cuidado. De este huevo surge Helena y los Dioscuros, Cástor y Pólux. Esto provoca que tras el rapto de Helena por parte de Paris, y el estallido de la guerra de Troya, Némesis sea una de las deidades que intervienen en la contienda.

Otra versión afirma que, Zeus, que se había transformado en cisne, tuvo que huir de un águila que le perseguía y fue a encontrar refugio en el regazo de la diosa que en ese momento se hallaba en forma de oca. Zeus vio la oportunidad de seducir a la diosa, y, esa unión fructificó en un huevo que dio origen al nacimiento de Helena y los Dioscuros.

En memoria de esta unión Zeus coloca al cisne y la oca como constelaciones en el cielo.

Némesis es representada con una corona y a veces con un velo que le cubre la cabeza, suele llevar una rama de manzano en una mano y una rueda en otra. A veces, en algunos monumentos griegos de la corona sale un asta de ciervo para indicar la prontitud con la que la diosa da a cada uno lo que le corresponde. La flor del narciso adornaba también su corona como símbolo de un joven demasiado orgulloso enamorado de su propia hermosura.

Los etruscos la coronaban con una diadema de piedras preciosas.

En muchas representaciones aparece con alas para expresar la celeridad con la que atendía todas sus funciones, y suele aparecer armada de antorchas, espadas y serpientes como instrumentos de su venganza.

El origen del culto a esta diosa nace del temor que sentían los griegos de la cólera divida. Hesíodo representa a Aidos y Némesis huyendo de la Tierra, envueltos en velos blancos, indignados ante la contemplación de la perversidad humana. Némesis es una personificación del sentimiento moral, reprobador de toda violencia y de todo exceso.

Fue considerada como la fuerza o el poder del Sol, extendiéndose su culto por toda la tierra. Fue venerada por los persas, asirios, babilonios, egipcios y etíopes. Orfeo llevó su culto a Grecia y se extendió, más tarde, por Italia, colocándola entre las principales divinidades utilizando el nombre griego de Némesis. Tanto fue así, que tenía un altar en el Capitolio al que los guerreros ofrecían a la diosa machetes o cuchillas antes de partir para los combates.

El primer templo que tuvo Némesis estuvo en Ramnunte, situado en el Ática; durante mucho tiempo su culto no se extendió al resto de Grecia. Némesis también recibe el nombre de Ramnusia, la “diosa de Ramnonte”. En la antigua Ramnunte, Némesis era honrada junto a Temis.

Junto a este santuario destacó también el de Esmirna.

En el período helénico, Némesis, como extensión de su función de diosa de la justicia retributiva, fue venerada también como diosa de los agones (competiciones de todo tipo). En Roma, a menudo se colocan pequeños altares de Némesis en las entradas de la palestra de los circos y anfiteatros romanos, para que los gladiadores pudieran llevarla ofrendas.

Este artículo llega con bastante tiempo de retraso, hace ya algún tiempo que una persona muy importante en mi vida me pidió que lo hiciera, pero entonces mi vida era un caos y no podía concentrarme, por lo que dejé de escribir un tiempo. Lo prometido es deuda, espero que lo disfrutes.

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