Duendecillo escoces, de pequeño tamaño, flacucho, de nariz larga y puntiaguda, pies grandes y ojos púrpuras. A este ser
solitario, le gusta el calor de las chimeneas, y una vez que le gusta
una casa, es casi imposible echarle. Es muy esquivo y tremendamente
rápido no le gusta la gente, por lo que sale de su escondite por la
noche. Si se sabe que hay uno en casa, es mejor no cabrearle, pues es
muy sensible y se lo toma todo a mal, por lo que la convivencia con los
humanos puede ser terrible, porque tiene la costumbre de provocar muchos
ruidos, golpear paredes, tirar cosas, pellizcar a la familia cuando
duermen... La ira de
los Bwciod solo puede controlarse con un ritual que debe realizar un
especialista en limpiar la casa de estos molestos habitantes. Algunos dicen que es el pariente maligno de los brownies.
Céfiro es el dios griego del Viento del Oeste, un viento suave y
apacible que anunciaba la llegada de la primavera, por lo que también se
le nombraba “viento fructífero”. Sus padres eran Astreio (un dios de
los astros) y Eos (diosa de la aurora). Se le representaba como un joven
imberbe casi desnudo y descalzo, con un manto entre sus manos del cual
brotan flores que va esparciendo a su paso y con alas de hada.
Céfiro es mencionado en muchos de los mitos griegos, por ejemplo, se
dice que Céfiro fue quien transportó a Psique hasta la cueva de Cupido.
El mito más conocido de Céfiro es el del espartano Jacinto, de quien se
enamoró perdidamente; sin embargo, éste prefirió al dios Apolo, lo que
causó los celos de Céfiro y durante una práctica de lanzamiento de
disco, sopló una ráfaga de viento sobre Apolo y Jacinto que provocó que
el disco golpeara a Jacinto.
Tailypo es una criatura del folclore de
América del Norte, sobre todo en los Apalaches. También conocido como
Taileybones, Tailbones, Taily Po, Tally Po, Taileypo, Tailey Po and
Tailipoe.
Generalmente se describe al tailypo como un animal del tamaño de un
perro. Dependiendo de la cultura nativa del narrador, se dice que el
Tailypo tiene los ojos de color amarillo o rojo, destacando de él sus
largas orejas y una cola larga. En algunas versiones del cuento popular,
el Tailypo tiene orejas peludas similares a los de un gato montés. La
criatura está cubierta de pelo negro o marrón oscuro y como sólo aparece
por la noche, es aún más difícil de ver.
Aunque pueda que careza de inteligencia, el Tailypo puede hablar,
repitiendo siempre la misma frase, exigiendo que le devuelvan su cola,
que en inglés vendría a ser:
"Taily-po, Taily-po... all I want is my Taily-po..."
La historia que involucra a esta criatura casi siempre ocurre de noche,
en una zona rural boscosa. Los hechos se producen en una cabaña en
ruinas en medio del bosque, donde un ermitaño y sus tres perros viven.
Durante malos tiempos en los que el hambre se cebaba con ellos, el
hombre se vio obligado a buscar algo de comida por la noche y se las
arregló para cazar una pequeña liebre que comparte con sus perros. El
pequeño animal obviamente no pudo saciar su hambre, por lo que el hombre
volvió a salir en busca de comida y descubrió un ser extraño con los
ojos brillantes y una larga cola. El ermitaño cortó rápidamente la cola
y, gritando, la criatura se escapó en la oscuridad. El ermitaño se llevó
la cola y se la comió en un guiso.
Ya en la cama, al borde del sueño, un crujido y el ruido de unos
arañazos despiertan al hombre. Incorporándose, el ermitaño vio los
brillantes ojos del Tailypo a los pies de su cama, mirándole
perturbadamente. Con una voz de otro mundo, la criatura le exigió la
devolución de su cola ("tailypo"). Aterrorizado, el hombre llamó a sus
perros, que acudieron inmediatamente en su ayuda, persiguiendo a la
bestia por la noche.
Tras perseguir a la criatura por el bosque sólo dos de los perros
vuelven, pero falta uno. El hombre trata de dormir, pero el Tailypo
vuelve pronto, insistiendo con más fuerza que le devuelva su cola. De
nuevo el hombre llama a sus sabuesos y tras perseguirlo de nuevo sólo
vuelve uno de ellos. Incapaz de dormir, el hombre agarra su arma (por lo
general un hacha o escopeta) y espera al amanecer con el último perro
que le queda cerca de él. Cuando el Tailypo aparece por tercera vez, el
hombre vuelve a enviar al perro para que ataque al Tailypo. Como era de
esperar, el perro persigue a la criatura y no vuelve.
El hombre, ahora sin la protección de sus perros, se encoge bajo sus
sábanas, rezando por la llegada del amanecer. Horas antes de la llegada
del día, el hombre oye un crujido familiar, teniendo la esperanza de que
sea uno de sus perros. Por desgracia, el hombre estaba siendo acechado
por el Tailypo, y esta vez estaba indefenso al dejar caer su arma por el
miedo. La bestia estaba ahora cara a cara con el hombre, exigiendo una
vez más el regreso de su cola.
El hombre, asustado hasta la muerte, encontró el suficiente valor para
empujar a la criatura y gritar: "¡Yo no tengo tu cola!", con la
esperanza de que la criatura se fuera. Sin embargo, la criatura, más
furiosa que antes le gritó: "¡SÍ LA TIENES! ¡SÍ LA TIENES!", saltó sobre
la cama y mutiló brutalmente al hombre, destruyendo después toda la
cabaña.
En versiones menos violentas se dice que el Tailypo se limitó a amenazar
al hombre con que si no le devolvía su cola le atacaría con tal
violencia que al amanecer sólo quedaría en pie la chimenea de la cabaña.
Durante las noches más oscuras, se puede ser oír a esta criatura
susurrando, pidiendo de vuelta su cola. Otra versión de la folclorista
S.E. Schlosser se limita a decir que nunca se volvió a ver al ermitaño y
que ahora el Tailypo susurra: "¡Ya tengo mi cola!".
One less common version takes place in a small city in the Southern
United States and is about a young boy (usually named Kenny Ray). In
this version, the creature comes through the boy's window and sheds his
tail, instead of it getting chopped off or shot.
Una versión menos común toma lugar en una pequeña ciudad al sur de los
Estados Unidos en la que el protagonista es un joven chico, normalmente
llamado Kenny Ray. En esta versión, la criatura entra por la ventana en
la habitación del chico y se le cae la cola, sin necesidad de que se la
corte o robe.
Necesitado de dinero, el niño vendió la cola en lugar de comérsela. Esa
noche el Tailypo regresó pidiendo de vuelta su cola, pero el chico gritó
que él no la tenía y espantó al animal, que salió huyendo, a diferencia
de la historia del leñador, en la que lo mata.
Los onis son yōkais japoneses. Tienen el aspecto de un orco occidental;
pero tienen grandes cuernos y una piel rojiza. Visten con pieles de
animales, como de tigre o leopardo, y su tamaño supera con creces al de
un hombre. Son malvados y son populares en Japón: aparecen en la
literatura, el teatro y el arte japonés. Por eso se les llama a menudo
los orcos orientales.
Los samuráis tienen un odio profundo contra
esta malvadas criaturas. Las persiguen para matarlos ya que suelen
causar daños a la gente. Los oni a menudo tienen deformaciones, como más
ojos o más dedos; pero suelen conservar su forma humanoide. A veces
tienen espesas barbas y bigotes, pero no suelen tener mucho pelo en la
cabeza. Unos grandes colmillos comparables con los de los vampiros
adornan su enorme boca
Sus armas favoritas son las mazas y los martillos.
Las pesadillas son corceles malvados que habitan en planos inferiores, donde el mal es más poderoso.
Su aspecto es muy parecido al de un gran caballo, generalmente negro,
con ojos brillantes y rojos, al igual que los orificios nasales. Sus
crines son llamas anaranjadas y sus cascos son ascuas ardientes.
Suelen ser monturas de otros seres malvados; muertos vivientes y
grandes señores del mal que se encuentran, al igual que la pesadilla, en
los planos más bajos. Como monturas son leales a sus jinetes, con los
que no necesita comunicarse verbalmente ya que la pesadilla detecta el
estado anímico del jinete y sabe actuar consecuentemente.
Es un error considerar a la pesadilla como un simple caballo, no
sólo por la elevada inteligencia que muestra, si no por la naturaleza no
biológica de la pesadilla. Se piensa que, en origen, fue un sirviente
humano al que las fuerzas oscuras dieron forma de caballo para poder ser
montado.
Las pesadillas obedecen sin reparos a las criaturas más perversas,
aunque podrían servir también a seres de naturaleza más noble siempre y
cuando consigan adiestrarlas con los conjuros adecuados. Aun así, el
poder de estos conjuros es corto y apenas supera los 3 días.
No necesitan alimentarse ni respirar, lo único que toman es una
especie de viruta que está compuesta principalmente por platino. Los
seres que intentan domar mágicamente a la pesadilla deben dar este
“alimento” al corcel para lograr que éste les obedezca.
Una pesadilla no es nada despreciable como enemigo. Son muy fuertes y
pueden atacar con sus cascos ardientes provocando quemaduras y heridas
mortales. Además, mientras se encuentran en plena lucha se desprende de
sus orificios nasales un gas tóxico que paraliza a sus contrincantes.
Las pesadillas también actúan como mensajeras, llevando noticias y conclusiones de los concilios oscuros.
Medea era hija del rey de la Cólquide, Eetes, y su esposa Idia. Aprendió las artes mágicas de la maga Circe, que además era familiar lejana. Un día, Jasón y su tripulación llegaron a la corte de su padre para conseguir el vellocino de oro. Debido a las artes de Eros quedó perdidamente enamorada del aventurero y no dudó en ofrecerle su ayuda para poder conseguir cumplir los encargos de su padre a cambio de que se casase con ellay la llevase con él a Grecia.
Jasón y Medea
Jasón aceptó y tras conseguir cumplir sus planes, huyó con Medea y se casó con ella hasta que llegaron a la tierra natal de él, Yolco. A su llegada se organizaron grandes festejos para celebrar la unión y el regreso de su legítimo rey. Medea, para agradecerle todo a su esposo, decidió rejuvenecer a su padre, Esón, mediante sus artes mágicas.
El rey de Yolco había sido desplazado del trono por su propio hermano, Pelias. Las hijas de este último le pidieron a Medea que por favor rejuveneciera también a su padre. Medea entonces cogió un carnero y delante de ellas lo descuartizó y lo echó a un caldero en el que había preparado una pócima. Poco después salió de él un joven ternerillo. Las hijas de Pelias, excepto Alcestes, decidieron ir entusiasmadas y descuartizar a su padre, pero éste no resucitó.
Debido a esta desgracia, tanto Medea como Jasón fueron expulsados a Corinto. Una vez instalados allí, vivieron felices hasta que Jasón decidió rechazar a Medea para poder casarse con la hija del rey de Corinto. Antes de ser desterrada, decidió vengarse de toda la familia real.
Medea, la hechicera
Para ello, regaló un vestido a la princesa. Cuando ésta se lo puso, el vestido se incendió, prendiendo fuego también a su padre y al palacio. Los hijos que Medea tuvo con Jasón, según unas versiones, fueron lapidados por los corintos y según otras fueron sacrificados por la propia Medea en honor a Hera.
Helios le proporcionó un carro para que pudiera llegar volando hasta Atenas, donde se casó con el rey Egeo. Sin embargo, cuando el hijo de Egeo, Teseo, llegó a la isla, Medea trató de matarle para que no le usurpara el poder, pero finalmente tuvo que huir. Se marchó a la Cólquide y consiguió reconciliarse con su familia, que la perdonaron por haberse marchado con Jasón.
as Hamadríades (en griego: Ἁμαδρυάδες,
Hamadryádes) son seres mitológicos griegos que viven en los árboles. Las
Hamadríades nacen unido a un árbol en particular. Algunos creen que
hamadríades son el árbol real, mientras que las dríadas normales son
simplemente las entidades o espíritus, de los árboles. Si el árbol
muere, el hamadríada asociado con él también muere. Por esa razón, las
dríades y los Dioses castigan a los mortales que dañar estos árboles. El
Ateniense Deipnosophistae da una lista de ocho Hamadríades, las hijas
de Oxylus y Hamadryas: