El hidromiel es una de las grandes bebidas de la humanidad de capa caída
sustituida por la cerveza, bastante más barata. Pero la historia del
hidromiel, que emana de las grandes mitologías como la nórdica, es
incomparable.
El hidromiel mágico de Odín
El principal dios de la mitología
nórdica es Odín. Dios de la guerra, pero también dios de la muerte y de
la sabiduría, desde su trono podía controlar todo lo que ocurría a lo
largo y ancho de los nueve mundos.
Eran
famosos su larga barba, su gran sombrero, su lanza Gungnir, los cuervos
Hugin y Muninn (que le tenían al día de todas las noticias) y su
caballo de ocho patas Sleipnir.
Y era
él el encargado de ordenar a las valquirias ir a buscar en los combates
a los soldados fallecidos heroicamente, para que compartiesen con él
los festines del Valhalla.
Cómo será la miel que vuelve locos incluso a los propios dioses
En
la Edda Poética y la Edda Prosaica, una colección de poemas escritos en
nórdico antiguo (posiblemente las fuentes más importantes de la
mitología escandinava), se narran muchas de las historias relacionadas
con Odín, entre otras la siguiente relacionada con el hidromiel mágico.
Escultura mitología nórdica
Historia de la leyenda de Odín relacionada con el hidromiel
Cuando
se acordó un armisticio entre los dioses Ases y Vanes, para sellar la
paz, todos los dioses escupieron con solemnidad en un jarrón.
Con
esta saliva los dioses crearon al bondadoso Kvasir, el dios de la
sabiduría, que se dedicaba a recorrer el mundo instruyendo al pueblo.
Los
malvados enanos Fjalar y Galar, que codiciaban sus conocimientos, lo
llevaron un día con engaños a su cueva y allí lo asesinaron.
Mezclaron su sangre con miel en tres recipientes: el hervidor Óðrerir y las vasijas Boðn y Són.
Allí
la mezcla fermentó, convirtiéndose en un hidromiel mágico que otorgaba
la mayor inspiración poética imaginable a quien la bebía.
Pero
los enanos no llegaron a probar el brebaje ya que, en otra de sus
fechorías, en la que mataron a dos gigantes, tuvieron que entregarle el
hidromiel a Suttung, el furioso hijo de los fallecidos, para poder
salvar su vida.
El gigante Suttung
escondió la mágica bebida en el interior de una montaña y convirtió a su
hija Gunnlod en guardiana de su precioso botín día y noche.
Pero a pesar de su vigilancia, Gunnlod no pudo evitar que la cabeza decapitada de Mímir revelase a Odín su existencia.
Mímir
era el gigante dueño del manantial de la sabiduría de la tradición
nórdica y al que Odín cedió su ojo izquierdo a cambio de beber en el
pozo y lograr el conocimiento total.
Odín utilizaba su cabeza a modo de oráculo.
Como
Odín ansiaba beber el hidromiel mágico, viajó al mundo de los gigantes y
allí se disfrazó y se hizo pasar por Bolwerk y ofreció sus servicios en
la granja de Baugi, el hermano de Suttung.
Aseguró
a éste que realizaría las tareas que ninguno de sus trabajadores podía
ya realizar (porque Odín les había causado la muerte mediante engaños), a
cambio de un sorbo de la codiciada bebida. Baugi aceptó el trato, pero
cuando le tocó cumplirlo una vez acabado el verano, no se atrevió a
pedírselo a su hermano.
Así pues, se
dispuso a perforar la montaña con el taladro de Odín, Rati. Terminado el
agujero, Odín se convirtió en serpiente y penetró hacia el interior.
Baugi taladrando la montaña ilustrado por Willy Pogany en 1920
Una
vez dentro Odín sedujo a la guardiana Gunnlod para que le dejase tomar
tres sorbos de la bebida.
Pero en realidad se bebió todo el hidromiel,
se convirtió en águila y escapó a Asgard, la tierra de los dioses.
Suttung, cuando descubre el engaño, se transforma también en águila y persigue a Odín.
Odín huyendo como águila ilustrado por el islandés Jakob Sigurosson en el siglo XVIII
Ya a
salvo, Odín regurgitó el hidromiel en unas vasijas, pero lo hizo
descuidadamente y algunas gotas cayeron a la tierra de los hombres,
Midgard.
Estas gotas serían la fuente de inspiración de los poetas.
Ahora
bien, algunos afirman que sólo serían la inspiración de los poetas
mediocres ya que los grandes poetas reciben la inspiración del hidromiel de la poesía del propio Odín.