En todas las cosmogonias primero está la oscuridad, y luego viene la luz; los primeros hijos del dios de la oscuridad (Érebo) y la diosa de la noche (Nix) son Éter y Hemera, respectivamente el dios de la luz y la diosa del día. Hesiodo en su Teogonía (siglos VIII y VI a.C) cuenta:
Después del Khaos ( Caos, el Aire) vino la ancha y generosa Gaia (la Tierra) … y el Tartaros oscuro (el Infierno) en la profundidad de la Tierra, y Eros (el Amor), más hermoso entre los dioses inmortales que enervan los miembros y superan la mente y los consejos sabios de todos los dioses y todos los hombres dentro de ellos. De Khaos (el Aire) vino adelante Érebo (la Oscuridad) y Nyx (la Noche); pero de Nyx (Noche) nació Eter (la Luz) y Hemera (el Día) quien ella concibió de la unión con Érebo. Y Gaia (la Tierra) engendró primero al estrellado Uranos (el Cielo), igual a ella, para cubrirla. …[En los confines de la tierra dónde las raíces de tierra entran en el mar, Tartaros] Allí se ubica la casa horrible de Nyx envuelta de nubes oscuras. Delante de ella el hijo de Japetos [Atlas] levanta el cielo ancho e inmóvil en su cabeza e infatigables Nyx y Hemera se saludan entre si cuando ellas pasan el gran umbral de bronce; y mientras una está a punto de bajar a la casa, la otra sale a la puerta. Y la casa nunca contiene a ambas dentro; pero siempre una está fuera de la casa viajando encima de la tierra, mientras la otra descansa en su casa y espera el momento para que ella viaje de nuevo.
Éter es el aire superior luminoso, también llamado Akmon (El cenit) o Akmê
(el incansable). Era un Protogenos (uno de los dioses elementales
primogénitos), es el dios luminoso, brillando azul en lo alto del cielo.
Sobre él estaba el domo sólido de Urano (el cielo estrellado), Debajo
de él se encontraba el transparente aire (Kaos-Aer). Por la tarde su
madre Nyx cubría con su velo de oscuridad separando a Éter y a Aer
trayendo la noche a los hombres.
En la mañana su hermana y esposa Hemera
dispersaba este velo revelando el azul brillante del día. Éter era uno
de los tres “aires”. El aire del medio era Aer o Khaos, una sustancia
sin color que envolvía al mundo mortal. El más bajo estaba Erebos, el
aire oscuro que envolvía al Tartato
(inframundo) y el reino de los muertos. Sobre ello el aire superior era
Éter, la luz, lugar donde de los dioses de cielo construían su morada.
Envolvía las crestas montañesas, sobre las nubes. Las estrellas, el sol
y la luna, fueron formadas de los fuegos concentrados de Éter.
El Éter aparece como el alma del mundo
del que emana toda vida, aún hoy el nacimiento es llamado “dar a Luz
[traer a la luz]”. El Éter en tiempos más tardes se consideró como el
espacio ancho de cielo, residencia de los dioses, y a Zeus como el señor del Éter y su hermana Hemera [diosa del día] se asimiló a Hera (diosa del cielo). Algunas versiones señalan a Éter como padre o equivalente a Urano (el Cielo), llamándolo Akmon porque el movimiento celestial es incansable.
Epicurus (siglos IV a III a.C.) dice que
el mundo empezó a semejanza de un huevo, que se dividió y formo al mundo
en dos hemisferios, los átomos más finos flotaron arriba volviéndose el
Aire Luminoso [Éter, Urano] y el Viento más enrarecido [Khaos, Aer],
mientras los más pesados viajaron abajo, dando a la tierra seca [Gea,
Gaia] y a las aguas fluidas [Ponto, Oceano]. De alguna forma los cuatro elementos clásicos: fuego (Éter), aire (Caos), agua (Pontos) y tierra (Gaia).
Hemera era otra Protogenos, diosa
prístina del día. Ella era una hija de Érebo (dios de la Oscuridad) y
Nyx (diosa de la noche), la hermana y esposa de Eter (dios de la Luz).
Por las tardes, su madre Nyx cubre la tierra con un velo de oscuridad
impidiendo que la luz de la atmósfera brillante de su hijo Eter baje al
aire de tierra, trayendo la noche al mundo. Cada mañana Hemera dispersa
el velo de noche, bañando la tierra de nuevo en la luz brillante de
cielo. En las cosmogologías antiguas, el concepto de la sustancia del
día era distinto y bastante independiente del sol.
Hemera fue identificada luego
estrechamente con Hera, la reina de cielo, y con Eos, la diosa del alba.
Hesiodo parece considerarla más como una substancia divina que una
diosa antropomórfica. Su papel fue totalmente ocupado por la diosa Eos
en épocas posteriores, cuando el sol (Hiperión/Helios/Apolo) paso a
representar la causa de la luz diurna.
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