En
la Ora maritima , Avieno hace referencia en unos versos a una isla
mediterránea, cercana a Málaga, dedicada por los tartesios a la diosa
Noctiluca (la luz nocturna). Estrabón afirma que los celtíberos y los
otros pueblos que lindan con ellos por el norte, todos los cuales tienen
cierta divinidad innominada a la que, en las noches de luna llena, las
familias rinden culto danzando, hasta el amanecer, ante las puertas de
sus casas. Tanto Avieno como Estrabón mencionan un santuario próximo a
Sanlúcar de Barrameda, consagrado a “lux divina” donde se ha querido ver
un culto lunar.
En el Norte Peninsular la diosa Hargi, la
diosa luna, forma parte de una consecuencia de nombre otorgado a este
astro por los Vascos como Ilargi (la más corriente y que significa luz
de los muertos), Idargi, Irargi, Iretargi, Iguetargi, Iratargi,
Argizagi, Argizari, Argizi y Goikua (literalmente: “el de arriba”). Se
piensa que la luna y el sol son de sexo femenino.
En las fórmulas y rezos se lo llama Ilargi amandre (luna-dama madre). Cuando sube al este, se le dice:
“Ilargi amandrea, zeruan ze berri ?”
“Luna abuela, quien de nuevo en el cielo?”
“Lune grand-mère, quoi de neuf dans le ciel ?”
La conexión de la luna con el ámbito
funerario se hace patente en las representaciones de ciertas estelas
procedentes, sobre todo, de la mitad norte peninsular. Una de las
divinidades que ha aparecido asociada a la luna ha sido Ataecina, por lo
que hay quien sostiene la teoría de que ésta tenía un aspecto salvaje
identificado con Diana. Además, en representaciones de la luna en varias
estelas, ésta aparece relacionada con el mundo funerario, que es
precisamente el ámbito de Ataecina.
En España, hay muchos mitos y leyendas
dedicadas a la luna, una de ellas es la canción Hijo de la Luna del
álbum Entre el cielo y el suelo, perteneciente al grupo español de
música tecno-pop Mecano. La letra esta basada en las supersticiones y
cosmovisiones de las creencias del pueblo gitano.
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