En
la tradición cristiana, el ciclo agrario del año viene marcado por unos
días determinados, con unos santos que, hasta hace poco, eran conocidos
por todos los agricultores. la Candelaria,
San Roque, San Miguel, Todos los Santos, San Martín o San Andrés marcan
unos hitos en el calendario relacionadas con el trabajo en los campos o
con el ganado, muchas de las cuales son adaptadas de viejas tradiciones
precristianas.
Al Costumari Catalán, encontramos en el mes de mayo dos celebraciones que recogió Amades. En Tossa, el 3 de mayo, vestían unos cuantos niños con unas capas de paja, y rodeaban por las calles con aire triunfal. A la hora de comer y de cenar, las casas campesinas más ricas les disputaban para invitarlos, ya que creían que su presencia les favorecía las cosechas. Le llamaban el chico de paja , y en Cadaqués había una costumbre similar, pero allí le decían la anchoveta .
Costumari catalán (Joan Amades) |
Tampoco
es casualidad que Garbancito sea tan pequeño que tenga que hacer
esfuerzos para que la gente lo vea, porque en realidad la estatura de
Patufet no corresponde a la de un niño que ha salido pequeño, sino a su
auténtica naturaleza, que es la de un duende.
en Patufet |
En
la mitología griega la divinidad protectora del grano es la diosa
Deméter y de alguna manera también debía estar presente en nuestra
cultura íbera, influida por los griegos de Empúries y Roses, formando
parte de una familia de dioses promocionados por la gente más rica, pero
la mayoría del pueblo debía seguir fiel a otras divinidades de origen
mucho más antiguo, que encontramos representadas en pinturas rupestres
de hace 7.000 años, con formas de un chivo cornudo y con una hoz en la
mano.
El
chivo, el macho de las cabras, se considera un animal con una gran
fuerza reproductora y por eso el espíritu del trigo adopta su imagen,
representando una fuerza multiplicadora que nos asegure una buena
cosecha, porque trigo significa pan y falta de trigo significa hambre.
Cueva de los Letreros, Almería (5.000 a.n.e.) |
Descendientes de estos genios de la Edad de Piedra eran los sátiros griegos y los faunos romanos. Con
patas de cabra y cuerpo humano de cintura para arriba, pero con cuernos
en la frente y barbilla, estos híbridos entre cabra y hombre estaban
siempre ansiosos por satisfacer sus impulsos sexuales. Pan
era el rey de los sátiros griegos y Fauno el de los romanos, y
alcanzaron uno de los lugares preeminentes en el panteón de los dioses
paganos.
La
hegemonía del cristianismo los fue empequeñeciendo hasta convertirlos,
en algunos casos, en personajes anecdóticos ocultados en cuentos o en
juegos y, en otros, en la encarnación del diablo.
Aún
así, el culto en secreto en Pan perduró a lo menos hasta la Edad
moderna en los acopios nocturnos o aquelarres seguidos mayoritariamente
por mujeres, que se reunían en lugares descampados para rendir culto al
chivo cabrón, la viva imagen del dios Pan. Estas costumbres fueron implacablemente perseguidos porla Inquisición o por parte de la misma población, que enviaron a la hoguera ya la horca miles de mujeres inocentes en toda Europa.
El aquelarre. Francisco de Goya (1797) |
Pan también perduró en la memoria del pueblo de otro modo menos evidente y comprometedora. El
gran investigador James Frazer describe costumbres sobre la siega del
trigo en regiones centroeuropeas, escandinavas y británicas, en el que
se hace patente la creencia en unos genios del trigo y del resto de
cereales, que se imaginaban con formas de animales muy diversos : de
lobo, perro, liebre, zorro, gallo, buey, cerdo o caballo, pero sobre
todo como cabra, y una muestra de ello la teníamos en nuestro país con se bogiot mallorquín o los bocarrots de Cataluña.
Bocarrot (figura de Jordi Rangil) |
Si un segador se encontraba repentinamente enfermo, creían que era porque había tropezado con el bocarrot.
Los
últimos vestigios de este personaje los encuentra Joan Amades, cuando
constata que grupos de segadores del Berguedà, Osona y Vallès, del
último trigo segado en un campo llaman segar el chivo o segar el bocarrot
, en una especie de juego en el que representan que el pequeño bocarrot
de aquel campo se ha ido escondiendo de ellos en medio de las espigas y
cuando ya no tiene donde esconderse es segado con el último golpe de
hoz.
En algunos lugares, con estas últimas espigas segadas hacían un muñeco que venía a representar el bocarrot y lo llevaban al dueño, un ritual para mantener su presencia protectora hasta que el trigo ya fuera en el saco y bien atado.
En algunos lugares, con estas últimas espigas segadas hacían un muñeco que venía a representar el bocarrot y lo llevaban al dueño, un ritual para mantener su presencia protectora hasta que el trigo ya fuera en el saco y bien atado.
Aquelarre de Cervera (foto: Xavi Calzada) |
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