jueves, 23 de enero de 2020

Maní


Aquarela, O Nascimento de Maní (1921), por Vicente Rego Monteiro.
Nacimiento de maní (1921), en acuarelas por Vicente do Rego Monteiro
En un mito de origen tupí, Maní es una chica de tez muy blanca. La leyenda amazónica de Maní se relaciona con el culto de la mandioca, un alimento básico que surgió de su tumba.

Leyenda

La hija del jefe tupí se quedó embarazada. Su padre quería vengarse del hombre que avergonzó y deshonró a su familia y orgullo a pesar de que ella dijera que no conocía a ningún hombre.

Él insistió en que quería que revelara su nombre e incluso hizo uso de rezos, amenazas y, finalmente, graves castigos.

Como se negó a decirlo, su padre la aprisionó en una cabaña y decidió matarla. Por lo que con este pensamiento en mente, el jefe de la tribu se fue a dormir y soñó con un hombre de piel blanca vestido como un guerrero que le dijo que su hija le decía la verdad y que no había tenido contacto con ningún hombre.

Le dijo que cuidara a su hija porque un día traería un gran regalo a toda la tribu.

Tras nueve Lunas llenas, dio a luz a una niña cuya piel era blanca como la Luna y sus ojos oscuros como la noche. Esto sorprendió no solo a la tribu entera, sino a las tribus vecinas que fueron a visitar a la recién nacida ya que no podían creer que fuera blanca.

Feliz y bella, Maní creció hasta el primer año, cuando murió inesperadamente sin señales de ninguna enfermedad o dolor.

El jefe estaba tan desolado que la enterró dentro de su propia cabaña. Su madre regó la tumba cada día como era costumbre en su tribu. Un día, surgió un tipo nuevo de planta que nadie conocía, por lo que la dejaron crecer y nadie en la tribu se atrevió a tocarla.

Incluso notaron que las aves comían las frutas de la planta, mostrando extraños síntomas, como si estuvieran borrachos.

Poco después una grieta abrió la tierra y la gente de la tribu encontró una fruta que recordaba a la piel blanca de la niña fallecida.

Tomaron la fruta del suelo, la pelaron y la cocinaron, teniendo para su sorpresa un sabor delicioso. Incluso renovó sus fuerzas. Incluso la rasparon y prepararon una bebida que facilitaba el sueño.

 Por lo que, desde este día, empezaron a usar la raíz como su alimento básico y la llamaron "mandioca", que en el lenguaje tupí significa "casa (oca, en tupí-guaraní) de Mandi (Maní)".


Existen versiones alternativas de la leyenda. Una dice que un buen espíritu bajo a la Tierra y mostró la mandioca a los indios, enseñándoles a extraer el espíritu maligno que habitaba en ella, a pesar de no enseñarles como se reproducía.

Tras eso, una de las indias de la tribu, mientras vagaba por el bosque, se encontró con un bello y joven cazador que no era más que la mandioca metamorfoseada. La sedujo y nació una hija de su unión.

Ella llevó a la tribu a la plantación del tubérculo y les enseñó como reproducirla con pequeñas porciones de la raíz.

Una versión más elaborada de Couto de Magalhaes cuenta como el jefe de la tribu estaba a punto de matar a su hija cuando un guerrero blanco apareció en su sueño y le dijo que no lo hiciera porque le decía la verdad, que no había tenido contacto con ningún hombre. Su hijo fue un chico llamado Maní.

Al final del año, el niño falleció inexperadamente sin mostrar signos de enfermedad. Fue enterrado y sobre su tumba creció una extraña planta. Los indios abrieron la tumba y, en vez de encontrar el cuerpo del niño, descubrieron una raíz que llamaron Mani-oka (Casa de Maní).

Otra versión de Carlos Teschauer dice que el niño nacido de la unión de la hija del jefe y el guerrero blanco no solo vivió mucho, pero también enseñó muchas cosas a la tribu. También les dijo que un año después de su muerte deberían abrir su tumba para encontrar el mayor tesoro de todos, una raíz que producía pan

No hay comentarios:

Publicar un comentario