¿Sabías de dónde proviene el concepto de Vía Láctea para denominar a nuestra Galaxia?
Hace unas semanas desandamos el camino de la creación del mundo según la concepción legendaria en la Mitología Griega, con uns estado inicial del Universo regido por el Caos.
También habíamos aprendido que su existencia fue rescindida a la postre
de la aparición autónoma de la diosa Gea, la divinidad de nuestro
planeta Tierra. Justamente, según los antiguos griegos, el orbe en el
que vivimos permaneció errante durante mucho tiempo y sin un lugar
estable en donde asentarse. Y en este trajinar “nómade” de la Tierra se
acopla el mito del nacimiento de la Vía Láctea, la galaxia en la
que vivimos. Ahora bien, ¿de dónde proviene el hecho de llamarla de este
modo? Respecto de la noción de “Vía” nadie podría dudar que se refiere
al “camino” que realizan los distintos sistemas planetarios (como el
Sistema Solar), pero pocos saben la naturaleza del término “Láctea”.El concepto proviene, una vez más, de la Mitología Griega y se refiere concretamente a la leche materna de la diosa Hera, la recelosa esposa de Zeus. Pero la historia comienza antes con la infidelidad del máximo dios del Olimpo con la mortal Alcmena, de cuya unión nació el mayor héroe griego, Heracles (o Hércules). El porqué del nombre del hijo de Zeus ya la hemos mencionado en otras publicaciones pero vale la pena repetirlo ya que revela de alguna forma la ira de la diosa y los intentos de Zeus y Alcmena por aplacar su ira. En ese sentido, el niño fue bautizado como Alcides en honor a su abuelo Alceo pero inmediatamente después de conocerse el odio de Hera hacia el bebé, fue rebautizado como Hera-kles (que significa ´gloria de Hera´), como si este escueto agasajo hiciera olvidar a la diosa más celosa y vengativa la nueva infidelidad de su cónyuge. Obviamente, la esposa despechada no se conformó con ello.
Zeus, conociendo los designios homicidas de su esposa, decidió que su hijo recién nacido bebiera la leche materna de Hera para que adquiriera cualidades de los dioses, por lo que mezcló a Heracles entre sus descendientes bebés (Ares y Hebe) para que la diosa lo amamantara. Hera, sin percatarse del ardid, comenzó a darle el seno materno a Heracles, que succionaba con fuerza la leche divina; pero cuando la reina del Olimpo escuchó el llanto de su hijo Ares se dio cuenta del engaño y apartó violentamente a Heracles de su pecho, derramando kilómetros y kilómetros de leche que sobrepasaron las fronteras del Olimpo y se extendieron por todo el éter.
No obstante, la leche ingerida por Heracles bastó para que el niño alcanzara la fuerza olímpica de los dioses. Hera, por su parte, prosiguió en sus intentos de asesinar al hijo bastardo de su marido y envió dos serpientes a su cuna, aunque el extraordinario niño las lapidó con sus manos y se puso a jugar con los cuerpos inertes de los animales.
Pero más allá de la leyenda de Heracles, el punto es que el mito de la leche derramada de Hera suscitó la investidura de “láctea” a nuestra galaxia. A partir de ello, Gea, la divinidad que representa a nuestro planeta, se ubicó cerca de esa ruta láctica para nutrir al mundo de la fuerza de los dioses…