Halloween es una celebración que por estas partes del mundo se asocia
más a los disfraces, dejando de lado el resto de la liturgia. Pueden
hacer referencia a casi cualquier cosa. Desde personajes históricos o de
la cultura pop, a alimentos y animales, pero por mucho tiempo la norma
era que fuesen figuras terroríficas, desde fantasmas a vampiros.
Existen miles de seres mitológicos en el país. Algunos representan
deidades, otros, fenómenos naturales. Hay guardianes, jueces y víctimas
en las profundidades de la selva, la jungla, la montaña y los valles.
Entre estos seres autóctonos -o de la región- existen muchos que poseen
ciertas similitudes con representantes foráneos, que gozan de una
marcada fama gracias a que inspiraron obras de teatro, novelas y, más
acá en el tiempo, películas.
Los pueblos originarios de lo que representa el territorio argentino
crean su propia cosmogonía y en sus creencias dejaron seres fantásticos,
con su propia riqueza narrativa. Duendes, ogros, sirenas, vampiros,
muchos fantasmas e incluso un Yeti vernáculo.
Fantasmas, de Ushuaia a La Quiaca
Los relatos de fantasmas son comunes a todas las culturas desde la antigüedad. En el caso de las Almas Perdidas
tienen diferentes nombres y apariencia según la etnia o la región. En
Santiago del Estero se las describe como mujeres sin ropa y trenzas
larguísimas, que lloran sin consuelo en los caminos y que expían un amor
incestuoso. En el norte, está la Almita, que vaga por
el mundo y aparece por las noches, especialmente en el día de los
muertos cuando se arrima a las casas con un silbido triste. En la
tradición mapuche, se las conoce como Alhué, que no es otra cosa que el alma que se desprende del cuerpo.
La Macachera es un fantasma guaraní, que acompaña en silencio a los viajeros durante sus caminatas, aunque también está Mbogua, el alma animal de las personas que se queda vagando por los lugares preferidos del muerto. Póra
es la más maligna de todas las representaciones de esta parte del país,
que deambula por allí causando sustos mortales, en especial los lunes
por la noche y los viernes de luna llena.
Los mitos de la Llorona y la Viuda
habitan en diferentes regiones, aunque una se viste de blanco y la otra
de negro. Sus historias son similares, habitan los caminos, se acercan a
los hombres, en un caso para robarles, en el otro para acompañarlos en
su recorrido.
Duendes: Anchimalén, Bachila, Delgadín, Imbunche, El Pombero y otros
Existen diferentes versiones, algunos más asimilados a las versiones
que llegaron con los colonizadores; otros, con un corte netamente local,
como el Anchimalén o Cherufe. Este mito araucano posee
la forma de enano y se parece a un bebé y puede transformarse en una
llama, una especie de fuego fatuo que se aparece en los caminos, techos
de las casas y árboles. En Salta y Tucumán se lo conoce como El Bachila y si bien se le vio con diferentes ropajes suele llevar sombrero y hacer travesuras, como tirar piedras y desordenar la casa.
Por su parte, Delgadín
habita en los Valles Calchaquíes y siempre lleva su flauta de húmero de
cóndor y se esconde en los árboles de donde sale para proteger a los
animales o perseguir alguna muchacha. El Iñakanguaja
pertenece a la mitología mbyá-guaraní y es un "duende" que habita en los
barreros, los lugares a los que asisten los animales para lamer sal. El
Imbunche es un ser araucano de apariencia desagradable
y que, al parecer, son niños que al ser robados por brujos durante sus
primeros meses de vida se convierten en sus lacayos.
Los tobas orientales los llaman Komalta Lek, los mocovíes -por su parte- tienen en Koonase,
una "enana" maldita que se le aparece a los cazadores a la hora de la
siesta para tener relaciones sexuales y luego torturarlos; la mitología
mbyá-guaraní le teme a Mbai.
Si hay un duende que trascendió por su fama en la región guaraní es El Pombero,
que se lo pinta como feo, morocho o negro y peludo y siempre anda con
su sombrero de alas anchas. Este protector de las aves mora en los
troncos de los árboles y durante la siesta busca a los niños que osen
cazar pajaritos para amedrentarlos. En el Chaco aseguran que tendría
también preferencia por la sangre de los menores y que los cuelga de un
árbol luego de vaciarlos. Como otros personajes mitológicos, también
deja que la lascivia lo domine y visita a algunas mujeres casadas
-cuando los maridos se van de copas- y solteras -es capaz de apedrear a
los pretendientes-.
Otro popular personaje es El Sombrerudo,
que habita en Catamarca, que también disfruta de golpear a los jóvenes a
la hora del descanso diurno y acechar damiselas durante la noche. Dicen
que Yasí-Yateré es hermoso, rubio, de ojos azules,
musculoso y barbudo, que recorre los campos de la mesopotamia desnudo,
con su sombrero de paja y su bastón de oro, donde reside su poder.
Los habitantes de la Patagonia tienen a Sompaz Hué, que mora en el
fondo de los grandes lagos, y sale cuando se van a producir tragedias.
Los araucanos hablan de Tinguiritas, los enanitos de los bosques, que serían una especie de mineros -a lo Blancanieves- que viven entre las montañas.
Brujas
Sí, que las hay, las hay y en todas las culturas. En el norte,
básicamente, se respeta la concepción europea y se la presenta como una
señora muy mayor, piel arrugada, boca sin dientes, narigona y con
verrugas. Claro, también suele viajar en una escoba.
El Chilludo o el Yeti argento
Gregorio Álvarez, historiador que contribuyó a la permanencia de las
cultura neuquina y por su legado se nombró a un dinosaurio en su honor
-el Alvarezsaurus-, documentó su primera aparición, a mediados del siglo
pasado en el pueblo de Colo Michi Co. De acuerdo con el relato, un
joven perdió el juicio luego de observarlo. Este personaje de origen
pehuenche es descripto como un hombre muy grande, cubierto de pelo y que
se caracteriza por saltar y correr por laderas y cañadones.
Los vampiros vernáculos
Para los chorotes -pueblo originario de ambas orillas del río
Pilcomayo, en Argentina, Bolivia y Paraguay- existió una hermosa fémina,
llamada Ehéie, que transgredió el tabú de ingresar al
monte durante la menstruación y por esto se convirtió en un ser del mal,
que anidó en su estómago a serpientes que mordían a todos aquellos que
se acostaban con ella. Cuando descubrieron que era culpable de tantas
muertes, la quemaron viva en el monte, aunque sobrevivió para
convertirse en un vampiro y salir volando, no sin antes asegurar que se
dedicaría siempre a chuparles la sangre.
En el otro extremo del país, los mapuches tuvieron en Pihuchén
un ser que tiene diferentes representaciones, desde rana alada hasta
una serpiente con dos cabezas. Una de las versiones lo representa como
un vampiro, que ataca a aquellos que duermen al aire libre. Cuando el
calor es intenso se refresca adhiriéndose a la corteza de los árboles y
cuando se va estos quedan manchados de rojo por la sangre de sus
víctimas.
El Futre, el Jinete sin cabeza del Puente del Inca
La leyenda de Sleepy Hollow es archiconocida, más después de la
película que tuvo a Johnny Depp como protagonista. Esta historia se
centra en el famoso Puente del Inca mendocino, aunque existen varias
versiones. La más popular asegura que un inglés de clase alta perdió
todo en el casino de la zona, desconsolado se dirigió hasta esa zona
para desaparecer y reaparecer como un ánima. Su nombre, futre,
se lo debe a su atuendo, debido a que en Cuyo se llama así a toda
persona elegante. La otra versión reza que era un peón del ferrocarril
que fue decapitado por el amante de su esposa en la estación de Puente
del Inca. Se dice que deambula por allí, con la cabeza en su mano y un
hacha en la otra. En ambos casos, puede aparecer arriba de un caballo.
El Lobizón
Esta leyenda tiene orígenes greco-latinos, Cervantes la nombra en su
obra Persiles y Segismunda y está instaurada en casi todo el globo. En
Argentina es especialmente fuerte en Corrientes y Misiones. Existen
diferentes versiones, pero la más popular es la del séptimo hijo varón
-que además haciendo caso a otra tradición local debería ser ahijado del
presidente de turno-, aunque en algunos lugares, como Formosa, se habla
de la séptima hija mujer.
La persona suele transformarse los viernes o martes a la medianoche. Se
alimenta de cerdos, gallinas y de la carroña de los cementerios, aunque
de vez en cuando almuerza un niño no bautizado. En su forma humana
suele ser una persona alta, escuálida, de piel amarillenta y con un olor
nauseabundo.
Sirenas en ríos y lagunas
Dicen que en río Dulce, de Santiago del Estero, habita un ser mitad
mujer, mitad pez, que suele acicalar su cabellera rubia con un peine de
oro o un espinazo de pescado. Para algunos llama a la abundancia; para
otros solo seduce jóvenes para llevárselos hasta al fondo del río. Lo
chiriguanos temen a Mboiwuju, la hermosa mujer-serpiente que tampoco tiene piedad de aquellos que enamora en el agua.
Otros rincones donde se produjeron 'avistamientos' de sirenas son la
ciénaga de Animaná -San Carlos- y la laguna de Brealito -Seclantas-,
ambas en Salta. Los visitantes de la Laguna Brava, Catamarca, y del río
Dulce, Córdoba, también pueden tener la suerte o la desgracia de
cruzarse con ellas. En Bahía Blanca existen relatos que la describen
como rubia y tez muy blanca. Los wichí describen a Wajatneol, mitad hombre y mitad pez, como el dueño de los peces.
Ogros y ogresas
Los mocovíes y los tobas poseen mitos sobre ogresas similares. Una
mujer a la que se le despierta un hambre atroz y luego de comer animales
sigue con su familia. Los pobladores le tienden una trampa y fallece.
En el primer caso se la conoce como Nesogoy, en el segundo es Nsoe, que tras su muerte dio vida a la primera planta de tabaco justo donde fue enterrada. Los mocovíes hablan de Noweté, otra ogresa 'diabólica'. Los tobas, además, creen en Simialche,
un ogro que un día tuvo un ataque de hambre y comenzó a arrancarse
pedazos de pierna para alimentarse hasta que ésta le quedó puro hueso y
lo afiló como arma, que utiliza contra las personas de improviso y para
huir.
Los chorotes acusan a Tesexmataki
de ser el responsable de devorar la parte de la Luna que no se ve
durante el cuarto menguante, además de arrasar con aldeas enteras por su
voracidad.
Chancha con cadenas
Si bien no es fácil realizar un paralelismo con otro ser, su simple
nombre la valida como material para disfraz. Según los expertos habita
en Quilino, una localidad cordobesa, y se aparece por las noches cerca
de la estación de tren y corre entre los rieles realizando un sonido
ensordecedor.
Gigantes
Existen diferentes seres que se los conoce por su altura desmedida. Uno de ellos es Kataló o Nkalga Ltá, un dios de origen toba que envía medicinas a las personas; Caá-Porá
habita en las profundidades de la selva guaraní, a su figura peluda se
la suele ver fumando su pipa hecha de un cráneo y tibia humanos y
cualquiera que se cruce con él será devorado de pies a cabeza, excepto
sus vísceras. Esas no les agradan.
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