Kerana, la bella hija de Marangatú, fue capturada por la personificación
del espíritu del mal, llamado Tau. Juntos tuvieron siete hijos, que
fueron malditos por la gran diosa Arasy y todos, excepto uno, nacieron
como monstruos horribles.
Los siete son considerados como figuras centrales de la mitología
guaraní. Así, en muchas regiones los dioses menores han caído en el
olvido mientras que las leyendas de estos siete monstruos se mantienen
vivas incluso en los tiempos modernos.
Por orden de nacimiento, son:
Teyú Yaguá, dios o espíritu de las cavernas y las frutas,
Mbói Tu'i, deidad de los cursos de agua y las criaturas acuáticas,
Moñái, dios de los campos abiertos. Fue derrotado por el sacrificio de Porâsý.
Yasy Yateré, deidad de la siesta, único de los siete en no aparecer como un monstruo,
Kurupí, dios de la sexualidad y la fertilidad,
Ao Ao, deidad de los montes y las montañas,
Luisón, dios de la muerte y todo lo relacionado con ella.
Teyú Yaguá (Teju jagua, en guaraní) significa literalmente "lagarto
perro" y está relacionado con las características físicas del mismo es
mas grande y tenebroso.Es un lagarto con cabeza de perro y no puede
utilizar su fuerza,come solo frutas.
Debido a la maldición lanzada por Arasy contra Taú por haber raptado
a Kerana, su descendencia será por siempre deforme y monstruosa.
Así, el primer hijo de la pareja es un enorme lagarto con siete
cabezas de perro cuyos ojos lanzan llamaradas. Sus siete cabezas de
perro dificultaban cualquier tipo de movimiento. En algunas versiones,
Teyú Yaguá sólo tiene una enorme cabeza de perro. Pero en todas las
varientes coinciden en su escasa capacidad de moverse.
Su aspecto era el más horroroso de los siete hermanos. Sin embargo
su ferocidad fue aniquilada por deseo de Tupá. Era dócil e inofensivo.
Aún así era temido por su mirada fulgurante.
Se nutría de frutas y su hermano jasy Yateré le proporcionaba miel
de abeja, alimento de su predilección. Fue considerado como el señor de
las cavernas y protector de las frutas. Se lo menciona también como
genio protector de las riquezas yacentes en el suelo. Su piel adquirió
brillo revolcándose en el oro y las piedras preciosas de Itapé.
Mbói Tu'i se
traduce literalmente por "víbora-loro", lo que describe la morfología
de esta criatura. tiene dos patas hacia la cintura, cabeza de loro, y
cuerpo de serpiente. Su rasgo puede asustar a las personas.
Este
ser tenía la forma de una enorme serpiente con una gran cabeza de loro y
un pico descomunal. Tenía una lengua bífida roja como la sangre. Su
piel es escamosa y veteada. Su cabeza está emplumada. Tiene una mirada
maléfica con la que asusta a todo aquel que tiene la mala suerte de
encontrarse con él.
Ronda
por los esteros y protege a los anfibios. Adora la humedad y las
flores. Lanza terribles y potentes graznidos que se escuchan desde lejos
y provocan terror en las personas que lo oyen.
Se lo considera el protector de los animales acuáticos y los humedales.
Moñái tenía el cuerpo de una enorme serpiente con dos cuernos rectos e iridiscentes que funcionan como antenas.
Sus
dominios son los campos abiertos. Puede subir a los árboles con gran
facilidad y se descuelga de ellos para cazar a las aves con las que se
alimenta y a quienes domina con el hipnótico poder de sus antenas. Es
por ello que también se dice que es el señor del aire.
Moñái
era aficionado al robo y ocultaba todos los productos de sus fechorías
en una cueva. Los continuos robos y saqueo de las aldeas provocaban gran
discordia entre la gente que se acusaba mutuamente por los robos y las
misteriosas "desapariciones" de sus pertenencias.
Yasy Yateré es
una derivación o deformación del nombre original que significaría
"fragmento de luna" en guaraní. De allí que inicialmente este personaje
tuviera el cabello de color blanco o plateado (por los rayos de luna) y
fuera un personaje nocturno. Sin embargo actualmente se lo considera un
personaje más bien diurno.
Muchas
de las características de este personaje se confunden con las del
Pombero. El Yasy Yateré suele ser representado como un enano o un niño
pequeño, desnudo, hermoso, de cabellos dorados, (en algunas variantes
barbudo), con un sombrero de paja y un bastón de oro donde residen sus
poderes mágicos .
Suele
recorrer el monte a la hora de la siesta, atrayendo a los niños con un
silbido hipnótico que imita al de un ave. Se dice que aparece sobre todo
durante la época del avatiky (cosecha del choclo o maíz tierno) que
gusta comer.
El
Yasy Yateré se vale de su silbido o de su bastón mágico para atraer a
los niños, a los que rapta. Los lleva al monte donde los retiene un
tiempo para jugar con ellos y alimentarlos con miel y frutas. Luego los
abandona o los deja enredados en ysypo (liana).
Antes
de abandonarlos, el Yasy Yateré los lame o los besa, dejándolos tontos o
idiotas (tavy: akã tavy), mudos (ñe' engu) o sordomudos. Sin embargo,
éstos se recuperan después de un cierto tiempo. En algunas zonas se cree
que al cumplirse un año del rapto, el niño tiene un "ataque" con
convulsiones (epilepsia).
En otras versiones, si el Yasy Yateré se cansa del niño, puede llevarlo al río donde lo ahoga .
Una
forma de volver inofensivo a este personaje es quitándole su bastón
dorado, sin el cual se carece de poderes. Entonces el Yasy se pone a
llorar como un niño pequeño. Para conseguir esto, basta con embriagarlo
con caña (aguardiente), bebida a la que es muy aficionado.
Otra
forma de congraciarse con él es ofreciéndole pencas de tabaco, que se
dejan en zonas aledañas a la casa o bien en los caminos de entrada al
monte.
kurupi Tiene
la apariencia de un hombre más bien bajo, fornido, muy moreno retacón y
extremadamente feo con manos y pies velludos. No posee coyunturas, por
lo que su cuerpo es de una sola pieza, En algunas versiones tiene los
pies hacia atrás por lo que es muy difícil seguirlo. Sin embargo su
principal característica es su enorme y larguísimo pene que lleva
enrollado a la cintura, el cual usa para atrapar a sus víctimas
Sus
ataques a las mujeres solas que se aventuran por la selva por leña son
mucho más agresivos y crueles que los de su hermano Yasy Yateré. El
Kurupí viola y mata a sus víctimas. Sin embargo, su mayor diversión es
raptar a las vírgenes, quienes desaparecen misteriosamente para regresar
encintas y listas para parir a los siete meses. Los hijos de Kurupí
mueren al séptimo día por un extraño mal. También se dice que con sólo
verlo, las mujeres se vuelven locas.
Kurupí
es el genio de los animales silvestres, especialmente de los
sementales. No abandona nunca la selva donde reina con el poder de su
sensualidad, excepto para raptar a sus víctimas.
Una
forma de huir de este engendro es cortándole el pene, con lo cual se
vuelve inofensivo. Otra opción es treparse a un árbol, ya que al carecer
de articulaciones no podrá subir
Ao Ao es
una especie de animal cuadrúpedo, con un gran parecido con una oveja,
pero con cabeza de jabalí; y con la diferencia de que es más grande y
además muy feroz. Posee la facultad de reproducirse solo y vive en una
gran manada en las zonas más inhóspitas de cerros y montañas.
El
Ao Ao se alimenta de carne humana y de oveja por eso es perseguido
capataces de estancias; vive persiguiendo a las personas que se
aventuran por los cerros. Una forma de escapar de este ser es subiéndose
a una palmera pindó, árbol sagrado. De ese modo Ao Ao queda
desorientado, pierde el rastro de la víctima y abandona la persecución.
Cualquier otro árbol será arrancado de cuajo por este personaje y su
víctima caerá en sus garras.
Por
su capacidad de reproducirse solo es considerado como la deidad de la
fecundidad. Además era considerado como el dominador de los cerros y
montañas.
Aó
Aó es un animal maligno parecido a la oveja y se cree que es uno de los
siete hijos de las dos deidades maléficas Taú y Keraná. Es caníbal y
está armado de poderosas uñas con las cuales devora a cualquier persona
que encuentra en su camino. Es dominador de cerros y montañas, y nadie
puede salvarse de él ni bajo tierra ni en los árboles. Se dice que tiene
varios hijos, todos caníbales y feroces como él. Cuando salen en
manadas, persiguen a las personas y si estas tratan de salvarse trepando
a los árboles, los Aó Aó van a rodearlas en círculo y a los gritos de
¡aó-aó-aó-aó! cavan las raíces de los árboles, los derriban y devoran a
sus víctimas.
La
única salvación contra este engendro es subírsele a una planta de
pindó. Pues con la palmera no puede, porque es árbol sagrado del
Calvario, bendecido por Tupá por ser la única planta que alimentó a
Jesús Infante por los duros caminos de Egipto,
El
séptimo alumbramiento de Keraná fue tan terrible como los seis
anteriores. Esta vez, de su vientre, nació una criatura totalmente
contrahecha. Su cabeza, semejante a la de un perro, deja ver una larga
hilera de filosos dientes de diferentes tamaños. Sus orejas son pequeñas
e impuestas en la parte superior del gran cráneo. Su cuerpo esmirriado y
seco, sus extremidades mitad humanas, mitad garras le dan un aspecto
desgarbado. Se le conocerá con el nombre de Luisõ.
Luisõ habita en los campos santos y se alimenta de los cadáveres que
allí desentierra. Se le puede escuchar en las noches de luna llena,
cuando emite sus lastimeros y aterrorizadores aullidos trepado a las
lápidas de las tumbas.
El lobizón (también
conocido en otras regiones sudamericanas como lobisón, lubisonte, luis
rufino malo y luisón), es un equivalente al sinónimo sudamericano del
hombre lobo europeo.
La
leyenda dice que el lobizón es el séptimo y último hijo de Tau y
Kerana, en quien sobrecayo la mayor maldición que pesaba sobre sus
progenitores (esto último, según la Mitología Guaraní), que en las
noches de luna llena de los Viernes; y/o Martes se transforma en un
"animal" que mezcla las características de un perro muy grande y un
hombre (otras veces, también, mezcla las características de un cerdo).
Para
la transformación, el maldecido, comienza sintiéndose un poco mal; por
ejemplo comienza sintiendo dolores y malestares, luego , presintiendo lo
que va a venir, busca la soledad de un lugar apartado, como la partes
frondosas del monte, se tira al suelo y rueda tres veces de izquierda a
derecha, diciendo un credo al revés. El hombre-lobisón se levanta con la
forma de un perro inmenso, de color oscuro que va del negro al marrón
bayo (dependiendo del color de piel del hombre portador de "la maldición,
ojos rojos refulgentes como dos brasas encendidas, patas muy grandes
que son una mezcla de manos humanas y patas de perro, aunque otras
veces, también tienen forma de pezuñas y que despide un olor fétido,
como a podrido. Luego se levanta para vagar hasta que caiga el día.
Cuando los perros notan su presencia le siguen aullando y ladrando, pero
sin atacarlo, por donde vaya. Se alimenta de las de heces de gallinas
(por eso se dice que cuando el granjero ve que el gallinero esta limpio,
es porque el lobizón anda acechando por el lugar), cadáveres
desenterrados de tumbas y de vez en cuando come algún bebé recién nacido
que no haya sido bautizado. El lobizón es reconocido porque:
Son hombres flacos y enfermizos, que desde niños, fueron personas solitarias y poco sociables
Cae siempre en cama enfermo del estómago los días después de su transformación.
El
hechizado vuelve a su forma de hombre al estar en presencia de su misma
sangre, así, al ser cortado, recuperará su verdadera forma. Pero se
vuelve enemigo a muerte de quien descubre su sagrado secreto y no se
detendrá hasta verlo muerto.
Para matar a un lobizón se tiene que hacer con un arma blanca o con una bala bendecida.
Para
alejarlo, ante su presencia, se debe arrodillar y rezar un padre
nuestro, realizar la señal de la cruz, arrojarle agua bendita o un tizón
al rojo vivo y/o también botellas rotas. El hombre-bestia puede volver a
pasar su maldición, pasando por debajo de las piernas de otra persona,
así el queda curado y el otro hombre queda maldecido. Al matarlo el se
transformara en humano nuevamente y así podrá ser liberado del mal que
lo acosa.
Las
diferentes historias, por lo general, no muestran al ya nombrado
lobisón como una bestia agresiva con los humanos, si no que más bien
pacífica aunque hay que estar siempre alerta ante un posible ataque, ya
que no es una bestia amigable.
Ahóusa
Es el dios Carancho, el gran héroe civilizador de los chorotes.
Según relatos recogidos por Alejandra Siffredi, sustrajo el secreto de
cómo hacer el fuego a un hombre que lo conocía y lo llevó a su gente, a
fin de que ésta pudiera conseguir la miel de la avispa lachiguana
ahuyentándola con humo y evitar asi sus picaduras. A
un ciego que había matado muchos niños lo hizo caer en el fuego, y de
sus cenizas salió Atá, el cuervo. También incineró a una especie de
ogresa que había asesinado a muchas personas, y de sus cenizas salió un
pájaro al que llaman "sáti" o "saatí". La lucha de Ahóusa contra la
gigantesca y celestial águila harpía dio origen al color de los pájaros.
Con su pico perforó el poderoso pecho del águila, y la sangre, que
saltó con gran fuerza, tiñó el plumaje de las distintas especies de
pájaros.
Ahóusa contra Ehieie la vampiresa:
Ehéie
es la mujer vampiro argentina. Los aborígenes entienden que ella era
una muchacha jovencita que cometió terrible afrenta en contra de la
esencia universal. Por tanto, el castigo merecido debía poseer el mismo
tenor significativo de aleccionamiento.
Veamos cómo define a este ser de la superstición Colombres
Ehéie
Vampiresa mítica de los chorotes. Según un relato recogido por
Alejandra Siffredi, era una bella mujer, pero por transgredir el tabú de
entrar en el monte durante la menstruación se convirtió en un ser
maléfico. Numerosas víboras anidaron en su vientre, las que dieron
muerte primero a su marido, picándole el pene, y luego a los jóvenes que
se acostaban con ella. Como todos la deseaban, por ser muy atractiva,
fueron muchos los que perdieron así la vida. Afligida, la gente pidió
ayuda a Ahóusa, el dios Carancho, quien descubrió la causa por la que
morían los hombres y la quemaron incendiando el monte en el que vivía.
Pero no murió del todo. Cuando Ahóusa fue a remover lo que había sido su
cuerpo, vio que algo se movía: era un vampiro, que había nacido de sus
restos. Antes de volar, este le anunció que se dedicaría siempre a
chuparles la sangre.
Atá
Personaje
mítico chorote. Era un ciego muy cruel, que mató muchos niños. Ahóusa
le tendió una trampa, haciéndolo caer en el fuego. Murió incinerado, y
de sus cenizas nació el cuervo, ave a la que llaman “atá”.
Aguara-Tunpa
Literalmente,
Zorro-Dios. Deidad del mal de los chiriguanos o guaraníes occidentales,
al que les gusta jugar con el destino de los hombres. Lucha siempre con
Tunpa, el dios creador, procurando deshacer su obra. Aña-Tunpa encargó a
Aguara-Tunpa introducir la guerra, la discordia y la muerte entre los
hombres. Una vez incendió los campos y pastizales, a fin de matar a los
animales con los que se alimentaba la gente, lo que desató una gran
hambruna que por poco hace desaparecer la humanidad de la faz de la
Tierra. Con el mismo propósito de acabar con ella envió otra vez el
Diluvio, del que sólo se salvó una pareja de niños navegando en un mate.
Los niños desembarcaron en el actual Paraguay, donde luego habrían de
multiplicarse y regenerar la etnia.
Ajatáj
Dios
wichí. Fue creado por Nilatáj, con quien se confronta en los mitos
cosmogónicos. Reina en el mundo subterráneo, habitado por múltiples
potencias de signo nefasto para el hombre, los Ajat, que son sus
servidores. Ajatáj suele ser asimilado a Satanás, y se dice que poder es
semejante al del Dios de los cristianos. En realidad, se trata de un
ser bastante complejo. De él dependen los dueños de los animales del
monte; es también dueño de las enfermedades y de los chamanes, a los que
otorga poderes específicos. Su dominio se extiende al mundo acuático.
Ajti.it’a
Personaje de la mitología Chulupí o nivakle. Es el Antiguo, nieto de
K’afok. Fue este héroe quien dio muerte a Stavu’un, el Cuervo Real,
cuyas depredaciones habían puesto en peligro a la humanidad primitiva,
pues se comía a todos los cazadores que hallaba en el monte. En primer
término Ajti.it’a mató a las crias del Cuervo Real, las que se lo
pasaban jugando con los huesos de las víctimas de su padre. Esto motivó
una tenaz persecución por parte de Stuvu’un, llena de transformaciones
mágicas, en la que Ajti.it’a contó con el apoyo de su abuela. Ésta agotó
a Stavu’un en vanas búsquedas por el cielo, dándole indicaciones
falsas, lo que facilitó a su nieto la tarea de acabar con ella. La carne
y la sangre del Cuervo Real sirvieron para que varios mamíferos
alcanzaran su fisonomía actual, y también para explicar el color rojo o
rosado de varias aves, como el flamenco y la espátula.
Ajuntsaj
También Ajnuchaj. Es el dios Carancho, héroe cultural de los wichí, a
los que además de enseñarles costumbres útiles los salvó de numerosos
peligros. Su espíritu es consultado por los chamanes.