Los dioses o demonios de la noche, lo oculto y la muerte eran conocidos en la mitología celta como los “fomorianos”. Estos terroríficos dioses tenían como jefe al que se creía el más terrible de todos ellos: Balar (también Balor), el rey de los demonios. Su nombre en proto-celta significa “el mortal”. La leyenda sobre él cuenta que tenía un único ojo en el centro de su frente.
El óculo permanecía siempre cerrado ya que su apertura significaba la
muerte y la destrucción. Otras tradiciones afirman que tenía dos ojos,
uno en la frente para ver y otro en la parte posterior del cráneo. Éste
que era el maligno, cuando se abría lanzaba rayos mortales.
Una de las leyendas más populares explica que eran necesarios 4 hombres para abrir el ojo del rey de los demonios, ya que este tenía 7 capas o párpados. : Cuando se retiraba la primera se marchitaban los helechos, con la segunda los pastizales enrojecían y se secaban, el tercero calentaba los árboles y con la retirada del cuarto toda la madera, viva o muerta, empezaba a humear. El levantamiento del quinto párpado hacía que todo lo que abarcaba su mirada se pusiera al rojo vivo, con el sexto empezaban las llamas y la retirada del séptimo párpado significaba la ignición total.
La mitología celta explica la muerte de Balar como el resultado de una profecía. Un druida profetizó al rey de los demonios que moriría a manos de su nieto. Balar tenía una única hija llamada Ethné y al oír el infausto presagio la encerró en una torre de la isla Tory. Allí vivía con otras mujeres que debían ocultarle que en el mundo habían seres de sexo masculino y protegerla de un posible embarazo. En la costa más próxima a la isla vivían tres hermanos, el menor de los cuales llamado Cian tenía una vaca que daba una cantidad de leche extraordinaria. Balar decidió robarla y así lo hizo. Cian quiso vengarse y se presentó en la isla vestido de mujer. Fue acogido por Ethné y sus compañeras y, ayudado por un hada que lo acompañaba, hizo que las mujeres se durmieran, sedujo a Ethné y desapareció. Balar, al enterarse ordenó cortar la cabeza a Cian.
La joven quedó embarazada y dio a luz tres niños que Balar ordenó arrojar a un abismo en el mar. Durante el transporte uno de los niños se salió de la sábana en la que estaban envueltos y fue recogido por el hada que había ayudado a su padre, que se lo entregó a Goibniu, el hermano herrero de Cian. Los otros dos niños murieron en el agua. Pasaron los años y un día que Balar estaba en la fragua del pueblo distraído, pavoneándose de sus hazañas, un joven aprendiz cogió una barra de hierro al rojo vivo y se la clavó en el ojo. Balar murió instantáneamente. El chico era Lug, el hijo de Ethné y Cian. Así se cumplió la profecía y despareció de la tierra el rey de los demonios de la mitología celta.
Una de las leyendas más populares explica que eran necesarios 4 hombres para abrir el ojo del rey de los demonios, ya que este tenía 7 capas o párpados. : Cuando se retiraba la primera se marchitaban los helechos, con la segunda los pastizales enrojecían y se secaban, el tercero calentaba los árboles y con la retirada del cuarto toda la madera, viva o muerta, empezaba a humear. El levantamiento del quinto párpado hacía que todo lo que abarcaba su mirada se pusiera al rojo vivo, con el sexto empezaban las llamas y la retirada del séptimo párpado significaba la ignición total.
La mitología celta explica la muerte de Balar como el resultado de una profecía. Un druida profetizó al rey de los demonios que moriría a manos de su nieto. Balar tenía una única hija llamada Ethné y al oír el infausto presagio la encerró en una torre de la isla Tory. Allí vivía con otras mujeres que debían ocultarle que en el mundo habían seres de sexo masculino y protegerla de un posible embarazo. En la costa más próxima a la isla vivían tres hermanos, el menor de los cuales llamado Cian tenía una vaca que daba una cantidad de leche extraordinaria. Balar decidió robarla y así lo hizo. Cian quiso vengarse y se presentó en la isla vestido de mujer. Fue acogido por Ethné y sus compañeras y, ayudado por un hada que lo acompañaba, hizo que las mujeres se durmieran, sedujo a Ethné y desapareció. Balar, al enterarse ordenó cortar la cabeza a Cian.
La joven quedó embarazada y dio a luz tres niños que Balar ordenó arrojar a un abismo en el mar. Durante el transporte uno de los niños se salió de la sábana en la que estaban envueltos y fue recogido por el hada que había ayudado a su padre, que se lo entregó a Goibniu, el hermano herrero de Cian. Los otros dos niños murieron en el agua. Pasaron los años y un día que Balar estaba en la fragua del pueblo distraído, pavoneándose de sus hazañas, un joven aprendiz cogió una barra de hierro al rojo vivo y se la clavó en el ojo. Balar murió instantáneamente. El chico era Lug, el hijo de Ethné y Cian. Así se cumplió la profecía y despareció de la tierra el rey de los demonios de la mitología celta.
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