En la mitología mexicana los perros eran mucho más que el mejor amigo
del hombre. Se les valoraba como compañeros incondicionales de la vida
pero también de la muerte, sacrificados para guiar y acompañar a las
almas en el inframundo. Conoce a los Xoloitzcuintle, una raza canina
antigua singular, con una historia muy interesante.
El origen de estos canes es antiguo. Algunos especialistas calculan que los Xoloitzcuintles existen desde hace tres mil años, otros aseguran que esta especie considerada como una de las razas más raras del mundo, se conservó desde hace 7 mil años atrás sin que el hombre haya intervenido de alguna manera en su generación.
Su nombre Xoloitzcuintle proviene del náhutl ‘Xólotl’, por el dios Xólotl, y Itzcuintli que significa ‘perro’. Cuenta la leyenda que el dios mexica Xólotl, dios de la transformación, de los espíritus y de la oscuridad, hermano gemelo de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada que representa el conocimiento, la vida y la luz, envió al mundo de los hombres al xoloitzcuintle como un regalo que los protegería hasta el final de sus días y un poco más allá.
Un
obsequio de Xólotl, creado a partir de la astilla del hueso de la vida,
el hueso con el que todo ser vivo fue concebido, debía ser digno de
admiración y respeto por los aztecas. Por ello desde su llegada al
mundo, los xoloitzcuintles se convirtieron en compañeros fieles
de sus amos, incluso hasta más allá de la vida, pues se creía que estos
animales les guiaban a las almas hacia el Mictlán, el
inframundo de la mitología azteca. Con ese fin, eran sacrificados y
sepultados junto a sus dueños para transitar juntos el camino hasta el
descanso eterno.
Según la tradición, para que los Xoloitzcuintles pudieran conducir a las almas hasta el Mictlán, debían ser completamente negros, porque de lo contrario, si llevaban manchas, significaría que habrían servido para guiar las almas de otros muertos. También en los pueblos mexica atribuían a estos enigmáticos animales la capacidad de ahuyentar a espíritus malignos y de protegerlos de cualquier tipo de enfermedades, sobre todo aquellas que producían deformidades físicas.
Pero por poco la imagen de estos canes solo permanecería en el imaginario histórico, con la llegada de los españoles a América, los perros Xoloitzcuintles estuvieron a punto de extinguirse. Los colonos europeos convirtieron al animal sagrado en una fuente de alimento, a la que consideraban como un delicioso manjar. A la vez, pretendían con ello acabar con las costumbres religiosas que involucraban al animal.
Hoy día los Xoloitzcuintles, a pesar de no ser la raza más codiciada por el hombre debido al genotipo responsable de su falta de pelaje, son mascotas cariñosas, leales y territoriales, que forman parte de un legado cultural fascinante.
Xoloitzcuintles, los perros aztecas que guiaban a sus dueños hasta el inframundo
Los Xoloitzcuintles son una especie endémica originaria de México, caracterizada por ser delgados, sin pelaje y por vestir una piel arrugada y aterciopelada. Su población es bastante reducida en comparación con otras razas caninas, por tanto cada uno recibe una apreciación especial. Además el valor histórico y cultural de los Xoloitzcuintles, perros calvos, perros aztecas o xolos como también se les llama, les hizo merecedores del título de patrimonio cultural y símbolo de la Ciudad de México.El origen de estos canes es antiguo. Algunos especialistas calculan que los Xoloitzcuintles existen desde hace tres mil años, otros aseguran que esta especie considerada como una de las razas más raras del mundo, se conservó desde hace 7 mil años atrás sin que el hombre haya intervenido de alguna manera en su generación.
Su nombre Xoloitzcuintle proviene del náhutl ‘Xólotl’, por el dios Xólotl, y Itzcuintli que significa ‘perro’. Cuenta la leyenda que el dios mexica Xólotl, dios de la transformación, de los espíritus y de la oscuridad, hermano gemelo de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada que representa el conocimiento, la vida y la luz, envió al mundo de los hombres al xoloitzcuintle como un regalo que los protegería hasta el final de sus días y un poco más allá.
Según la tradición, para que los Xoloitzcuintles pudieran conducir a las almas hasta el Mictlán, debían ser completamente negros, porque de lo contrario, si llevaban manchas, significaría que habrían servido para guiar las almas de otros muertos. También en los pueblos mexica atribuían a estos enigmáticos animales la capacidad de ahuyentar a espíritus malignos y de protegerlos de cualquier tipo de enfermedades, sobre todo aquellas que producían deformidades físicas.
Pero por poco la imagen de estos canes solo permanecería en el imaginario histórico, con la llegada de los españoles a América, los perros Xoloitzcuintles estuvieron a punto de extinguirse. Los colonos europeos convirtieron al animal sagrado en una fuente de alimento, a la que consideraban como un delicioso manjar. A la vez, pretendían con ello acabar con las costumbres religiosas que involucraban al animal.
Hoy día los Xoloitzcuintles, a pesar de no ser la raza más codiciada por el hombre debido al genotipo responsable de su falta de pelaje, son mascotas cariñosas, leales y territoriales, que forman parte de un legado cultural fascinante.
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