Esta noche Odín y su mujer Freya, me han invitado a celebrar el fin de
año con ellos, pero antes de marcharme, me gustaría contaros como
celebraban los solsticios de invierno (o Yule) nuestros machos del norte
(y no, no me refiero a este tipo de machos...) es decir, los vikingos.
A ver quién tiene narices de venir a predicar...
A diferencia que las celebraciones navideñas actuales, la fiesta del
solsticio de invierno era mucho más extensa: la celebración se cree que
empieza 12 días antes del 25 de diciembre, aunque en algunas fuentes se
indica que dura más de un mes... Por consiguiente me temo que no os
puedo dar una fecha más específica sobre la duración de la celebración
del solsticio de invierno (era como una boda gitana, se sabe cuando
empieza pero no cuando acaba...).
Como bien sabéis, los vikingos suelen ser gente bastante simpática y
fiestera, y suelen aprovechar cualquier excusa para hacer una
celebración y hacer correr la hidromiel, así que teniendo en cuanta la
localización de Escandinavia y su inclemente clima, no es de sorprender
que dedicaran por lo menos, 12 días a celebrar que a partir del primer
día de Yule, el sol empezaba a volver, haciendo los días más largos.
Asado de pollo vs. Asado de jabalí
Otra de las tradiciones que tenían era la del Yulelog o tronco de yule, y
antes de que digáis nada, os diré que no tiene nada que ver con cierta
celebración catalana.
Consistía en decorar un tronco de roble con ramitos de abeto, acebo y
tejo, grabarle runas y pedir a los dioses que les protegieran de la mala
suerte.
Se guardaban un trozo del tronco para proteger la casa durante el año nuevo y utilizaban el tronco para encender el fuego del año siguiente. Actualmente, los descendientes de estos machos nórdicos cambiaron el Yule log por una extraña especie de pastel de navidad o queso con nueces.
Se guardaban un trozo del tronco para proteger la casa durante el año nuevo y utilizaban el tronco para encender el fuego del año siguiente. Actualmente, los descendientes de estos machos nórdicos cambiaron el Yule log por una extraña especie de pastel de navidad o queso con nueces.
Creo que me quedo con la versión moderna del Yule log...
Según cuentan mis sirvientas del Helheim, el hijo de ese carpintero que
los cristianos idolatran, no nació el 25 de diciembre sino más bien
hacia la primavera.
Los cristianos, que fueron los primeros en iniciar campañas de marketing
bastante agresivas para conseguir nuevos adeptos (que si milagros,
cruzadas, negociaciones...), pensaron que si hacían coincidir la fecha
de ese carpitero junior con la del festival romano Saturnalia y el Yule
vikingo, les facilitaría las cosas a la hora de convertir a infieles...
Como siempre, pensando en la parroquia...
Cristiano: ¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro (la Biblia)!
Vikingos: ¿pero tras algo para comerciar?
Cristiano: ¡O hablamos de mi libro, o me voy!
Vikingos: Oye, pues esa cruz parece de plata... *preparando sus lanzas*
Cristiano: Oh shit...!
Otra tradición que tenían los vikingos era la de decorar árboles de hoja
perenne con comida, ropa, pequeñas estatuas de los dioses, runas
grabadas, etc... para persuadir a los espíritus de los árboles a que
regresaran por primavera (yo creo que con una porción de asado de jabalí
colgada en el árbol habría bastante).
Para aquellos que me habéis preguntado por las tradiciones típicas de la
noche de fin de año, os diré que no lo celebraban como lo hacemos
nosotros, es decir, no había un día específico destinado a celebrar el
fin de año, pero no obstante, os comento que hay cierta tradición en
Escocia llamada Hogmanay, que deriva del Yule vikingo.
A partir del siglo VIII los vikingos de Noruega llegaron a Escocia y
además de invadirla (sus principales asentamientos estaban en Shetland y
las islas Orcadas), aprovecharon para traer la tradición del Yule.
Vikingo en la proa: ¡ remad insensatos!
Resto de vikingos: ¡ Ay... qué mareo! Espero que Escocia esté cerca!
Las islas de Shetland son las que mantienen su influencia vikinga más
fuerte. De hecho, todavía llaman Yule a la noche de fin de año.
Después de la reforma protestante que tuvo lugar en 1686 (introducida
por la Acta del Parlamento inglés de 1640), cuando la navidad fue
prohibida, las celebraciones en las cuales se daban y entregaban regalos
se traspasaron a la noche de fin de año actual y se le llamó Hogmanay.
Según esta tradición, en la noche de fin de año, el primer visitante del
día debe ser un extraño alto, oscuro y atractivo, que viene a
entregarnos carbón, galletas de mantequilla, sal, un bollo de pan negro y
"agua de vida" (whisky escocés), para que nos traiga buena suerte en el
año que empezamos (este requerimiento viene de la época en la que los
invasores vikingos entraban en las casas trayendo consigo la
desgracia).
Otras tareas que deben realizarse antes de la noche de fin de año son la
de limpiar la casa y sacar las cenizas de la chimenea y realizar todos
los pagos pendientes, para poder empezar el año con aires sonrientes.
Dicho esto, solo me queda poner la silla a mi córcel trípode y antes de irme al Valhalla a celebrar el solsticio de invierno, desearos un feliz año nuevo a todos y ... espero que nos veamos en 2016! Prometo seguiros informando sobre la más rabiosa actualidad del Helheim.
Curiosidad sobre el muérdago: los vikingos creían que esta planta podía
resucitar a los muertos, ya que según la leyenda de Balder, el dios de
la luz y la bondad y al cual mataron con una flecha de muérdago,
resucitó cuando las lágrimas de su madre Frigga volvieron blancos los
frutos rojos del muérdago.
Fuentes:
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