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Inanna es una antigua diosa sumeria, conocida como La Reina del Cielo, que pervivió los múltiples cambios de las culturas humanas asentadas en Mesopotamia. Inanna es conocida como una diosa de la sabiduría. Como diosa del amor, se dice que era compasiva y generosa con los humanos, aunque también era la poseedora de una poderosa sexualidad, por lo que se la llamaba "Reina de la Pasión".
Inanna es una de las descendientes directas de la diosa neolítica conocida como serpiente-ave, imágenes perennes de trascendencia y profundidad espirituales. La diosa neolítica representaba a la Gran Madre Universal, y para esa época todo era concebido a través de esa imagen de la vida, muerte y renacimiento, ya que el misterio de ese ciclo se vivía constantemente por la comunión de los seres humanos con la naturaleza. En especial dado que la relación entre el crecimiento de los granos, el apareamiento y el nacimiento de los animales y la vida de las personas era cada vez más íntima gracias a la domesticación de los animales y la incipiente agricultura. Los animales representaban esas alturas y profundidades del espíritu que dominaban lo que a los humanos se les escapaba: el cielo, las profundidades de la tierra, la noche.
Atributos de Inanna:
- Animales: león, dragón, serpiente, búho
- Planeta: Venus
- Flores: rosas, brotes de loto
- Elemento: aire
- Colores: rojo sangre, dorado, plateado, azul cobalto y verde
- Aromas: mirra, loto, canela, cedro, ciprés, naranja
- Alimentos: dátiles, hierbas, granos,granadina
- Día: viernes
- Número: 15
- Gemas y metales: lapislázuli, plata, obsidiana, cornalina y cobre
Sumeria
es una de las primeras civilizaciones conocidas. Se cree que allí, en
los actuales Siria e Irak, nació la primera ciudad, la primera escritura
fonética (cuneiforme), los primeros asentamientos humanos con la
domesticación de animales y agricultura. Eso significa que desde hace
diez mil años aproximadamente, los humanos ya teníamos el clima, la
fauna y la flora que hoy en día conocemos.
La cultura sumeria, al igual que la mayoría de culturas neolíticas sedentarias sufrieron la invasión de oleadas de salvajes indo-europeos, cambiando para siempre su modo de vida, su cosmovisión y por lo tanto su religión. Hoy en día lo que criticamos sobre el patriarcado tiene alrededor de cinco mil años, y sirvió para desarrollar en los humanos la capacidad de racionalizar, seleccionar, separar y comprender los componentes individuales de su mundo, separándonos de la naturaleza, pero llevándonos hacia el desarrollo de nuestro potencial intelectual.
Ahora, con el deseo de superar esa etapa de análisis y separación podemos ir a la etapa de síntesis. Podemos ir hacia esos orígenes y descubrir aquello que quedó sepultado bajo el paso del tiempo y recuperar la sabiduría que necesitamos para transcender el estado actual de consciencia en el que estamos. El equilibrio debe ser restaurado y este es el momento de esa transformación, conociendo los aspectos sombríos (oscuros o luminosos) de nuestra psique.
Existen varios himnos, tabletas y sellos que cuentan historias y mitos sobre esta diosa. Con la invasión de los Acadios a Uruk, la primera ciudad como tal de la que se tiene conocimiento en Occidente, se dieron cambios en algunos aspectos de la religión, de la cultura y todo lo que las compone. Así Ishtar fue sobrepuesta a Inanna y se entretejieron sus mitos. Pero hoy quisiera ir a un aspecto antiguo de la diosa Inanna, quizás anterior a la época de Uruk (4000 años A.C.) y que es de vital importancia para el desarrollo actual de lo que llamaremos el camino del Alma.
La cultura sumeria, al igual que la mayoría de culturas neolíticas sedentarias sufrieron la invasión de oleadas de salvajes indo-europeos, cambiando para siempre su modo de vida, su cosmovisión y por lo tanto su religión. Hoy en día lo que criticamos sobre el patriarcado tiene alrededor de cinco mil años, y sirvió para desarrollar en los humanos la capacidad de racionalizar, seleccionar, separar y comprender los componentes individuales de su mundo, separándonos de la naturaleza, pero llevándonos hacia el desarrollo de nuestro potencial intelectual.
Ahora, con el deseo de superar esa etapa de análisis y separación podemos ir a la etapa de síntesis. Podemos ir hacia esos orígenes y descubrir aquello que quedó sepultado bajo el paso del tiempo y recuperar la sabiduría que necesitamos para transcender el estado actual de consciencia en el que estamos. El equilibrio debe ser restaurado y este es el momento de esa transformación, conociendo los aspectos sombríos (oscuros o luminosos) de nuestra psique.
Existen varios himnos, tabletas y sellos que cuentan historias y mitos sobre esta diosa. Con la invasión de los Acadios a Uruk, la primera ciudad como tal de la que se tiene conocimiento en Occidente, se dieron cambios en algunos aspectos de la religión, de la cultura y todo lo que las compone. Así Ishtar fue sobrepuesta a Inanna y se entretejieron sus mitos. Pero hoy quisiera ir a un aspecto antiguo de la diosa Inanna, quizás anterior a la época de Uruk (4000 años A.C.) y que es de vital importancia para el desarrollo actual de lo que llamaremos el camino del Alma.
El mito del descenso a los infiernos:
Inanna baja al inframundo para enfrentarse con su hermana Ereshkigal para conocer el misterio de la muerte. Irkalla o kur es la tierra del no retorno, y allí desciende la diosa. Pero se topa con siete puertas ante las cuales debe ir dejando cada una de sus joyas y sus prendas o no podrá franquearlas. La "Reina del Cielo" debe abandonarlo todo para entrar en el reino de su hermana y se encuentra desnuda en la cámara del trono. Cuando la ve, Ereshkigal lanza su furia sobre Inanna y la convierte en un cadáver, la cuelga de un gancho sobre la pared, para que su carne se pudra y se seque.
Inanna baja al inframundo para enfrentarse con su hermana Ereshkigal para conocer el misterio de la muerte. Irkalla o kur es la tierra del no retorno, y allí desciende la diosa. Pero se topa con siete puertas ante las cuales debe ir dejando cada una de sus joyas y sus prendas o no podrá franquearlas. La "Reina del Cielo" debe abandonarlo todo para entrar en el reino de su hermana y se encuentra desnuda en la cámara del trono. Cuando la ve, Ereshkigal lanza su furia sobre Inanna y la convierte en un cadáver, la cuelga de un gancho sobre la pared, para que su carne se pudra y se seque.
Después de tres días, viendo que su ama no regresa y tal como fue instruida, Ninshubur acude a los dioses y es atendida por Enki, el sabio padre de Inanna. Enki produce dos seres: kurgarra y galatur (otros mitos dicen que fue la misma Ninshubur), que convertidos en moscas, descienden al Averno y al escuchar a Ereshkigal quejarse de unos terribles dolores de parto, empiezan a lamentarse igual que ella (mostrando empatía y compasión), por lo que Ereshkigal les ofrece regalos. Ellos piden el cuerpo que cuelga del gancho. Le alimentan con comida y agua de la vida e Inanna renace. Al ascender nuevamente al cielo, le dicen que alguien debe tomar su lugar nuevamente. Inanna regresa y al ver que su marido Dumuzi, el pastor, ha usurpado su trono en su ausencia, les dice a los demonios que se lo lleven. Pero la hermana de Dumuzi llora y se ofrece en su lugar. Con compasión Inanna declara que ambos, Dumuzi y su hermana, se alternarán seis meses sobre la tierra y seis en el inframundo (generando las estaciones), poniéndoles en las manos de la eternidad y haciéndoles inmortales.
El camino hacia la sabiduría:
Reside en descender al centro de uno mismo, esa oscuridad absoluta y allí poder desprendernos de todo lo que creíamos ser. Una vez desnudos de nuestras creencias, apegos o lo que codiciábamos, nos hallamos frente a nuestro verdadero Ser. Nos sacrificamos a nosotros mismos en el altar del desapego y renacemos de nuestra propia oscuridad. Es un camino arduo, permanente y sólo pocos conocen el fin y la meta de ese caminar, pero las recompensas son muchas; recompensas que sólo puede entender nuestra Alma, ya que para nuestros cuerpos físico, mental y emocional, tal renuncia resulta similar a la muerte.
Reside en descender al centro de uno mismo, esa oscuridad absoluta y allí poder desprendernos de todo lo que creíamos ser. Una vez desnudos de nuestras creencias, apegos o lo que codiciábamos, nos hallamos frente a nuestro verdadero Ser. Nos sacrificamos a nosotros mismos en el altar del desapego y renacemos de nuestra propia oscuridad. Es un camino arduo, permanente y sólo pocos conocen el fin y la meta de ese caminar, pero las recompensas son muchas; recompensas que sólo puede entender nuestra Alma, ya que para nuestros cuerpos físico, mental y emocional, tal renuncia resulta similar a la muerte.
La
Sabiduría no es un pensamiento ni la intelectualización, sino que
reside en un nivel muy profundo y se pone en contacto con nosotros a
través de la intuición. Inanna representa la evolución del Alma a través
de un trabajo duro y a veces de experiencias amargas. Todos, hombres y
mujeres, podemos ponernos en contacto con nuestra parte sabia, poderosa y
valiente, que se enfrenta constantemente con nuestros lugares más
oscuros y allí sanarnos y amarnos. El Arquetipo de la Mujer Sabia, tiene
como una de sus características la apertura al cambio.
Trabajar con la
diosa sumeria Inanna es trabajar la transformación personal y recordar
que somos como el ave fénix: nacemos, morimos y renacemos de nuestras
cenizas, aunque este viaje no se vea en la superficie, sino en el
interior. La sabiduría de Inanna reside en el balance de los opuestos, en la integridad psíquica frente a la separatividad, en la comprensión de la unión de los contrarios: vida/muerte, día/noche, bien/mal, luz/oscuridad, etc. En el equilibrio de los opuestos reside la verdadera Sabiduría, la que halla dentro de sí el valor profundo de todo.
La búsqueda de la reinstauración de la Diosa como un camino hacia la Trascendencia es la reinstauración del polo divino femenino que por mucho tiempo fue negado. El objetivo es traer hacia nosotros una mayor capacidad compasiva, como parte de la comprensión de la totalidad y el balance de los opuestos. De esta manera nos acercamos más a la Sabiduría y actuar con rectitud, abandonando el temor, para dar los pasos con el valor de morir a nosotros mismos, para renacer transformados, transmutados, y a lo mejor más felices, más conscientes y más libres.
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