En su juventud participó en la cacería del jabalí de Calidón y en la expedición de los Argonautas.
Cuando murió su padre subió al trono y tuvo a Apolo por boyero. Se enamoró de Alcestis, hija del rey de Yolco. Éste había decidido no entregar a su hija sino a un hombre cuyo carro llevara uncido bajo un mismo yugo un león y un jabalí.
Apolo le suministró a Admeto todo lo necesario, sea en agradecimiento al buen trato que recibía de él, sea porque estuviese prendado de Admeto. En todo caso, Admeto logró la mano de la doncella, pero en el día de boda éste omitió un sacrificio en honor a Ártemis.
La diosa, enojada, llenó de serpientes el aposento nupcial. Alcestis, sin embArgo, se ofreció voluntaria a morir en lugar de su esposo. Pero se cuenta que Heracles, el antiguo compañero de Admeto en la expedición de los Argonautas, se encontraba de paso en Feras cuando falleció la reina.
Cuando supo la muerte de la reina, descendió a los infiernos para regresar con Alcestis (tal es el drama que cuenta Eurípides en su drama "Alcestis"). Según otra versión, no fue Heracles quien intervino en la resurrección de la joven, sino Perséfone, que admirada ante su sacrificio voluntario, la devolvió espontáneamente a la luz.
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