Almas en pena: Muy
frecuentes son estas apariciones en la tradición asturiana que con sus
quejumbrosas peticiones de misas o reparación de faltas, aterrorizan a
los familiares. Los relatos sobre almas en pena suspendían el ánimo,
inevitablemente, en las reuniones invernales al amor del hogar.
Ayalgues:
Las Ayalgas o les Ayalgues, son ninfas o hadas hechiceras que viven en
las cuevas cristalizadas, tienen un pequeño cuerpo con alas como de
mariposa, transparentes como el agua, apenas visibles a no ser por su
destellos. Son las guardianas de los tesoros que en la antigüedad
dejaron escondidos saqueadores y ladrones las cuevas de los montes.
También dicen que son doncellas a la que encantaron para dejarlas para
dejarlas en cuevas guardando sus botines y que ellas llaman con sus
destellos y sus cánticos para atraer a alguien que encuentre el tesoro y
así rompa su encantamiento.
Bruxes: Ancianas
feas, arrugadas y de malas intenciones que conocen todos los secretos
de la magia y de la brujería. Según la creencia, con sus miradas pueden
hacer enfermar a los que las han agraviado o a quienes les caen mal.
También se conocen todas las pociones y ungüentos habidos y por haber,
que crean en ollas o grandes cacerolas. Suelen vestir siempre de negro,
acompañadas por gatos igualmente negros y con escobas que la cultura
popular ha dotado del poder de volar. Viven habitualmente solas en una
cabaña en mitad del bosque, donde pocos pueden llegar, ya que no les
gusta que les molesten si no es estrictamente necesario.
Busgosu:
Es un ser híbrido, mitad hombre, mitad carnero. Posee densas
caballeras, cuernos, patas de carnero y cara humana al igual que el
torso y los brazos. Suele ser representado con un traje y un sombrero
verde. Dependiendo de la región asturiana en la que nos encontremos, el
mito del Busgosu tiene dos frentes. En la zona oriental es considerado
un ser benefactor que ayuda a los pastores cuando se pierden e incluso a
reparar sus cabañas. En cambio, en la zona occidental se dice que esta
criatura es el señor del bosque y por lo tanto, enemigo acérrimo de los
leñadores y los cazadores, a los cuales persigue sin descanso hasta que
logra tirarlos por los acantilados. También se cuenta que rapta a las
mujeres para llevarlas a su cueva.
Carru de la Muerte:
Es un carro que vuela por los cielos nocturnos asturianos buscando a
los moribundos para recoger el alma de éstos cuando fallecen. En algunas
historias se cuenta que de él baja la Güestia. En otras, el carro va
tirado por dos caballos invisibles y vaga por los caminos con ruedas de
corcho para que no se le oiga ir por los caminos. Va conducido por la
última persona en fallecer ese año en la parroquia, quien se para
enfrente de la casa del moribundo y dice la siguiente frase: “Sal fulano que aquí lo buscan”. Si el moribundo sale, lo hace subir al carro, llevándoselo después al Más Allá.
Cuélebre:
Es una serpiente gigantesca con alas y una crin en la cabeza. La
leyenda cuenta que estas criaturas son las que guardan los tesoros a las
Xanas (les Xanes). Como son inmortales, con el pasar de los siglos las
escamas se le vuelven tremendamente gruesas e impenetrables, y le salen
alas de murciélago, pareciéndose más a un dragón que a una culebra. No
se suele mover mucho del sitio que custodia, cuando lo hace es para
comer ganado e incluso seres humanos, habitando principalmente en cuevas
y hondonadas de terreno cercanas a zonas de agua como lagos, ríos y
manantiales. Se les suele añadir además la capacidad hipnótica e incluso
la de hablar. Hay muchas historias en las que se narra cómo los
campesinos logran vencerlo mediante engaños y así se ven libres de tener
que alimentarlo, como por ejemplo la que cuenta que unos monjes,
cansados de tener que darle de comer para evitar que se llevara los
cadáveres del convento decidieron darle un pan con alfileres que le
causó la muerte. En el pasado el Cuélebre exigía cada cierto tiempo una
doncella virgen para devorarla a cambio de no desatar su furia sobre las
gentes. Así era hasta que una de las doncellas que iba a ser
sacrificada invocó al apóstol Santiago. Este se enfrentó a la bestia y
el Cuélebre herido en el pecho, se comenzó a retorcer, soltó una nube de
azufre por la boca y herido y humillado, regresó a su cueva no
volviendo nunca a pedir tributo a la gente. Cuentan la leyendas que el
Cuélebre tras tantos siglos de longevidad ya ha perdido gran parte de
sus poderes, especialmente en la mágica Noche de San Juan cuando no son
efectivos sus encantamientos. Por el contrario, la noche de San
Bartolomé sale de su cueva con sus poderes acrecentados, provocando
tempestades y desatando el terror.
Curuxa:
Lechuza que si se posa o ronda la casa de un enfermo significa que este
enfermo va a fallecer. También se oye en Asturias que este mensaje lo
realiza la corneja y el cuervo. Otra historia cuenta la aparición en el
pueblo de un perro negro que nadie había visto antes, que se para
delante de la casa de un enfermo y se pone a aullar, ronda la vivienda
hasta el fallecimiento del enfermo y luego le acompaña hasta que éste es
enterrado, desapareciendo luego para siempre. La Curuxa es también una
de las figuraciones de la Guaxa.
Diablecos: Duendes
domésticos de pequeño tamaño que pueden realizar tareas imposibles para
las personas. Se les concede el poder de adivinar el futuro, pero en
caso de volverse en contra de los humanos con los que habita, son lo
bastante vengativos para hacerles enfermar a su conveniencia o en casos
más graves, de poseerlos como si de un demonio se tratase.
Diañu Burlón:
Es uno de los personajes más conocidos de la mitología asturiana.
Normalmente se le describe como un caballo pero puede adoptar la forma
de otros seres, incluso es capaz de convertirse en humano (al menos en
apariencia) de poca estatura. También es descrito como una criatura con
patas de cabra y apariencia humana de cintura para arriba. Actúa
principalmente por las noches y se dedica a realizar bromas pesadas más
que otra cosa. Asustar a caminantes, desorientar a campesinos, estropear
las redes de los pescadores, trenzar las crines de los caballos, etc.
También deja que el fatigado caminante se monte sobre su lomo, para
entonces cabalgar a una velocidad endiablada en ir aumentando en tamaño.
El asustado jinete, al realizar una invocación a alguna potencia
celestial, por lo general: “¡Xesús, Xosé y María!”, se libera de la siniestra cabalgadura para dar con sus huesos en una riega.
Espumeru:
L’espumeru es una especie de pequeño duendecillo, que vive en cuevas en
las orillas del mar. Suele vestirse con algas, caracolas y otros
objetos que encuentra por la playa. Su pasatiempo favorito es deslizarse
sobre las olas o detrás de la estela que dejan los barcos en el agua. A
veces cuando el tiempo es malo y la niebla esta baja en la costa, hace
sonar una caracola para alertar a quien esté pescando, para avisarles
que se acerca una tempestad y que es peligroso acercarse a los
arrecifes.
Fiera Cuprecia: Bestia
de extraño aspecto parecido a la quimera de la mitología griega, con
cuerpo de harpía provisto de cuatro mamas, cola, boca de león y cuernos
de toro. Este ser se dedica a asustar a los niños que encuentra por los
bosques.
Guaxa:
La Guaxa es el vampiro de la mitología asturiana por excelencia. Es
descrita como una anciana que en las noches penetra por las cerraduras o
las rendijas de las puertas cuando nadie está despierto para clavar su
único diente y succionar la sangre de sus víctimas quienes
paulatinamente languidecen y enferman con el transcurso del tiempo. Sus
víctimas son principalmente mujeres jóvenes y niños. De día se esconde
agazapada en cuevas o en los troncos huecos de los árboles. Generalmente
es invisible, pero si se deja ver su aspecto es el de una anciana
delgada, arrugada y encorvada con ojos como el búho y una gran boca de
la que sobresale de su mandíbula superior el diente con que ataca a sus
víctimas. La tradición señala que el remedio contra la Guaxa es el uso
de amuletos como la higa o cigüa, o mano negra de azabache, amuleto muy
usado desde la antigüedad en Asturias, o la piedra de San Pedro o
quiastolita, así como rituales como dar a la víctima un preparado a base
de alicornio u otro que se elabora dejando al sereno durante nueve
noches seguidas una medida de agua en la que se ha puesto a macerar
tozos de astas de ciervo y alguna porción de plata.
Güercu: Es
la aparición en un lugar de una persona que está viva pero que un
futuro cercano será ya un difunto, normalmente de su familia, que más
tarde al hablar con este niega reiteradamente que él se encontrase en
ese lugar, esto anuncia la muerte de esta persona en los próximos días.
Se dice de él que vaga por cementerios, y que a veces adopta la
terrorífica forma de un perro negro con cuernos.
Güestia:
Se trata de la Santa Compaña de Galicia pero en la tradición asturiana.
Estamos ante una larga procesión de espíritus que avisan de la muerte.
Portan huesos en vez de velas que misteriosamente desprenden llamas y
nadie sabe a dónde se dirigen. Para una persona el hecho de ver esta
procesión significaría la futura muerte. Siempre van exclamando “Andai de día que la noche ye mía“,
y allá en las casas donde se paran, una muerte en ellas sucede a los
pocos días. Quien lleva la procesión, sin embargo, no es un espíritu,
sino un vivo que está condenado a salir por las noches a comandarla, y a
encontrar a otra persona a quien pasar la maldición antes de que ésta
le vaya palideciendo lentamente hasta morir, creándose así un eterno
círculo vicioso. En conclusión es un signo de mala suerte y mal augurio,
para librarse del fatal destino la persona ha de trazar un círculo en
el suelo y meterse dentro de él nada más verla y si la Güestia se cruza
por su camino, la persona debe tirarse al suelo delante de ella aunque
le pise y le aplaste.
Ingalius: Estos
duendes de la región de Ibias sienten una especial predilección por
molestar a los niños, a los que les impiden crecer mediante una delgadez
muy acusada, o volviéndolos muy pálidos. Cuando un niño está encanijado
se dice que tiene los ingalius y para curarle se reúne la familia y le
atan las piernas con un hilo de lana hilada en casa. Acto seguido, una
persona lo lleva a la encrucijada de dos caminos por los cuales haya
pasado o pueda pasar el viático. Allí se sienta con el niño entre sus
brazos y a la primera persona que pasa le entrega unas tijeras y le
dice: “Hombre que vienes con fortuna, corta los ingalius a esta criatura“.
El hombre (o mujer) corta el hilo que ata las piernas del niño y con
esto queda cortada la enfermedad. Para que la operación surta efecto, ha
de hacerse en silencio, y las personas que intervienen en ella tienen
que separarse sin despedirse.
L’Home Marín: Un
siniestro personaje que merodea por las costas en busca de barcos
pesqueros, divirtiéndose con ellos rompiendo sus aparejos de pesca al
crear grandes oleajes o aprovechando las tormentas que puedan coger al
barco desprevenido antes de que éste pudiese volver a puerto. Otra de
sus diversiones es destrozar los propios barcos, dejando a los marineros
en mitad del mar.
Llavanderes:
Conocidas como Lavandeiras en Galicia, les Llavanderes son mujeres
viejas y arrugadas que lavan ropa en los ríos por la noche. Aunque es
fácil escucharlas es muy difícil verlas. Aquel que logre verlas será
invitado a lavar la ropa con ellas, pero el que rechaza la invitación, o
las mira directamente a la cara o lavase la ropa apuntando hacia alguna
de ellas, será ahogado en el río por ellas (o apaleado hasta la muerte
con las palas de lavar, según otra versión del mito). Tienen una parte
positiva al ayudar a apagar incendios en los bosques al desviar los
cursos de los ríos.
Lloberu o Llobera:
Hombres y mujeres que se crían entre lobos, llegando a mandar en las
manadas. Son distintos a los casos de licantropía, donde el individuo se
convierte en lobo. De este último se cuenta que es la maldición de un
padre a su hijo por comer demasiada carne, entonces este se va de casa y
se revuelca por la tierra, convirtiéndose en lobo, se encarga de que
los lobos no se coman el ganado ni ataquen a las personas, pasados siete
años, se revuelca de nuevo en la tierra y la maldición se va. Está
documentado históricamente el proceso llevado a cabo por el Santo Oficio
contra Ana María García, la Llobera de Llanes, fechado en 1648.
Malinos: Espíritus
invisibles que pueden adoptar aspecto de sombras u ocultarse en ellas y
que no son más grandes que una mosca. A pesar de su diminuto tamaño,
pueden realizar casi cualquier tarea, por imposible que parezca. Los
Malinos pueden introducirse en el cuerpo de las personas por la boca
para después atormentarlas con diversas dolencias y enfermedades como la
locura o esquizofrenia e incluso controlando su voluntad. De dichas
dolencias no se libran hasta que son sometidos a un exorcismo que logra
expulsarlos del cuerpo del poseído, viéndose débilmente como una especie
de humo o vapor que sale del cuerpo. Se dice que a los Malinos hay que
llamarlos al aire libre y en un lugar solitario, en compañía de varios
gatos negros o frente a un tocón de un árbol sobre el que se hayan
extendido hojas de helechos. Si se pronuncian los juramentos adecuados,
vienen (siete Malinos) y se introducen en una caja de madera que
deberemos portar, a partir de ahí realizarán las tareas que les
ordenemos. Cuando no pertenecen a nadie, vagan por los bosques
cometiendo fechorías.
María Cuchillas:
Cuenta la leyenda que María era una joven de clase humilde que vivía en
Oviedo en el Siglo XVIII – XIX y que estaba enamorada de un hombre
rico, lo que impedía que él se fijase en ella. Para ayudarla, El Diablo
se le apareció y le dijo que si quería conquistarlo llevase a su hermano
recién nacido a una cueva, donde lo matase a cuchilladas hasta
desangrarlo, y con su sangre hacer una pócima o un conjuro para enamorar
a su amado. María obedeció pero su hombre fue avisado de lo ocurrido y
encontró a María tras cometer el crimen, maldiciéndola y condenándola a
limpiar la sangre de la cueva hasta que sus lágrimas se mezclasen el
agua de lavar, indicando así su arrepentimiento. Otra versión de la
historia la considera patrona de los crímenes sin resolver, y se aparece
por las noches portando cuchillos manchados de sangre.
Mouros: Los
mouros o moros son una raza de seres mágicos que vivían en Asturias
desde el principio de los tiempos, por una razón desconocida se vieron
obligados a vivir debajo de la tierra, ejerciendo el oficio de la
minería, la metalurgia o la orfebrería. Son los constructores de los
dólmenes y de los castros, debido a su forma de vida tienen grandes
tesoros que son protegidos por cuélebres o por hechizos. Rara vez salen
al exterior a no ser para recoger comida, y solo salen al anochecer o
por la noche o en días muy señalados como la noche de San Juan. No se
suelen mezclar con los humanos, a no ser en encuentros casuales.
Nuberu:
Es un personaje que según la mitología asturiana (también presente en
la gallega y cántabra) domina las tormentas. Controlan el tiempo a su
voluntad y se divierten provocando tormentas y tempestades, lanzando
centellas a los animales y arruinando las cosechas de los hombres con el
granizo. Estos hacedores y rectores de inclemencias no dudarán en
utilizar los rayos como armas si son atacados o molestados. El Nuberu
viste ropas raídas, un manto de pieles y un sombrero negro de ala ancha.
Posee una poblada barba grisácea y se cuenta que al igual que Odín, es
tuerto de un ojo. Habitualmente se desplaza montado sobre una nube
mientras “pastorea” otras nubes, haciéndolas descargar su contenido a
voluntad y sin importarle lo más mínimo las consecuencias. El Nuberu
tiene cierta ambivalencia, ya que puede resultar tanto una fuerza
maléfica, como cuando descarga granizo sobre las cosechas, como también
benéfica, provocando lluvias que ayuden precisamente a los campesinos.
Según la tradición popular, la manera más efectiva de alejar al Nuberu
es pidiendo ayuda a un sacerdote o haciendo tañer la campana de la
iglesia, ya que parece que dicho sonido le resulta extremadamente
desagradable. También colocar un carro con las patas hacia el cielo, un
hacha con el filo hacia arriba sobre el tejado de la casa o quemar
laurel y romero pueden resultar ser métodos efectivos para poner en fuga
al Nuberu.
Papón:
Tiene su nombre debido a su enorme papada. Tiene el vientre muy
hinchado, un gran abdomen y una apariencia bonachona, pero tras esa
fachada se oculta un glotón al que le encanta raptar a los niños
llorones que no se duermen. Se los lleva de sus casas por las noches, a
los que luego se come. Otro personaje emparentado con éste es Xuan
Canas, que vive en los pozos de los ríos y si algún niño pasa por allí
lo rapta y lo esconde para siempre en el fondo del río.
Pataricu:
Seres gigantescos que viven en la legendaria isla de Eonavia o
Eonaviega (entre las costas del Eo y de Navia) que tienen un solo ojo y
un finísimo sentido del olfato que les permite detectar náufragos de los
cuales se alimentan. La isla solo era accesible para los barcos que
habían sufrido un naufragio, llegando a sus costas arrastrados por la
marea, de modo que los supervivientes se veían atrapados en la isla al
no tener barco con que escapar de ella, siendo también víctimas del
hambre de estos enormes cíclopes.
Pesadiellu:
Espíritu maligno, que no tiene forma determinada y relacionado con el
diablo. Se suele aparecer a los caminantes, que sienten como una presión
extrema en el cuerpo que puede llegar al desfallecimiento y debe
recurrir a los rezos para deshacerse de él. Otra historia nos cuenta que
se presenta como una enorme mano peluda o como un macho cabrío.
Príncipe Aliatar:
Personaje mítico característico de la época navideña. Presentado como
su alteza real el príncipe Aliatar, actúa como mensajero o guía que
acompaña o precede a los Reyes Magos, y que visita las ciudades y
pueblos días antes que éstos para recoger las peticiones de los niños.
En las Cabalgatas de Reyes de Asturias siempre abre paso a los Magos de
Oriente este personaje.
Serenes:
Son seres híbridos, mitad mujeres mitad pez, viven en el mar y en los
ríos cantando hermosas canciones. Suelen tener un carácter negativo y
perverso. Se las asocia con la seducción de marineros a los que atraen
con sus cantos a las costas peligrosas para que naufraguen o mueran en
ellas.
Sumiciu:
Otro duende burlón de la mitología asturiana aunque menos conocido que
el Trasgu pero quizá más maligno y que puede convertir en pesadilla el
hecho de convivir con él. El Sumiciu es un duende hogareño relacionado
con los despistes y las desapariciones de objetos en las casas siendo
muy habitual en Asturias oír la expresión “llevolo el Sumiciu” o “páez obra del Sumiciu”.
Es de un tamaño sumamente pequeño o incluso invisible. Pero la acción
del Sumiciu no se limita a eso. Este duende es más perverso que el
trasgu, llegando incluso su poder a ser capaz de “sumir” a las personas,
especialmente a los niños, haciéndolos desaparecer poco a poco. Aun
así, la manera de librarse del Sumiciu y recuperar los objetos perdidos
es simple: Se dice que hay que rezar una oración a San Antonio pero sin
cometer ni un solo error, si no, los objetos perdidos, jamás se
recuperarán.
Trasgu:
El Trasgu es el duende hogareño por excelencia de la mitología y
tradición asturiana. Vive en las casas y es sumamente travieso, llegando
a ocasionar grandes destrozos y causando graves trastornos en la vida
familiar en aquellas casas que habita, molestando al ganado, tirando
cosas al suelo, impidiendo que las personas duerman por las noches, etc.
El Trasgu suele manifestarse normalmente en las primeras horas de
oscuridad, cuando la familia se encuentra reunida cenando o junto al
fuego, sonarán ruidos extraños, pisadas, pero solamente será cuando los
habitantes de la casa duerman el momento en el que este pequeño duende
campe a sus anchas. Sin embargo, si se le trata bien, y siempre y cuando
este de buen humor, el Trasgu puede recoger y limpiar las casas, aunque
suele ser más dañino que benefactor. Es tal la molestia que causa, que
en ocasiones las familias tienen que mudarse. No obstante es sumamente
difícil deshacerse de él, acompañando normalmente a la familia en la
mudanza, suelen anunciarse diciendo: “Yo también ando de casa mudada”.
Hay varias maneras según el mito de deshacerse de él, la principal es
retarle a ejecutar tareas imposibles aunque también puede resultar el
encargarle que traiga agua en una cesta, o que convierta un pellejo de
carnero negro en blanco, al no poder hacerlo se marcha avergonzado. Otra
manera de deshacerse del Trasgu es dejándole un puñado de grano en el
suelo, como no los puede coger porque se le escapa por el agujero de la
mano se enfada y se va. El mito del Trasgu está emparentado con otros
mitos de duendes comunes en toda Europa y el resto del mundo.
Ventolinos:
Parientes del Espumeru, son unos duendes o genios del aire de tamaño
diminuto que revolotean por las aldeas, bosques y acantilados durante la
noche. Son muy difíciles de ver, se cuenta que solamente pueden ser
vistos es a través de los rayos de la Luna, ya que normalmente son
invisibles a las personas adultas, solamente los niños (con los que los
ventolinos tienen una afinidad especial) son capaces de ver a estas
criaturas. Tienen facciones muy agradables y son hermosos, tienen además
unas alas transparentes en su espalda. Se cuelan en las casas y entre
otras tareas, transportan los suspiros de los amantes por el aire,
duermen a los niños con la armonía de sus voces y llevan el último adiós
de los padres a los hijos que están lejos. También se cuenta que llevan
la inspiración a los poetas al posar sus pequeñas manos sobre sus
cabezas mientras duermen. En la Noche de San Juan, los ventolinos cantan
a las Xanas para que estas bailen en coro alrededor de la hoguera.
Xanes:
O las Xanas, son unos de los personajes más conocidos en la mitología
asturiana. Mujeres hermosas que suelen habitar en zonas de agua pura,
cristalina y en movimiento (arroyos, cascadas, etc). Según la tradición,
parece que están ligadas a sus fuentes, cuevas y manantiales y no los
pueden abandonar, por lo que buscan la ayuda de caminantes, labradores o
cazadores que sean capaces de liberarlas. Aparte de muy bellas como se
ha mencionado anteriormente, suelen ser descritas como mujeres rubias y
de ojos azules o verdes, que ocupan sus días tejiendo urdimbres de oro
que amontonan en cestas. La presencia del oro es frecuente en muchas de
las leyendas alrededor de las Xanas, atribuyéndoles la posesión de
auténticos tesoros que ofrecen como recompensa si son liberadas de su
hechizo. También hay que destacar que a pesar de su aspecto agradable,
las Xanas pueden castigar de forma cruel e implacable a quienes las
traicionan o se acobardan en el último momento en la labor de salvarlas
de su encierro.
John William Waterhouse – Hilas y las Ninfas (1896).
Xinxinos: Cuenta
la leyenda que había un niño que era muy desobediente y maleducado con
su propia madre, a la que encantaba fastidiar cuando tenía que ayudarla
con las tareas domésticas. En cierta ocasión en que estaban cortando
leña, Xinxinos cargó una pila de ella a la espalda y le preguntó a su
madre donde debía dejarla, pero la madre, exhausta de la mala conducta
de su propio retoño, le exhortó a que la pusiera en los cuernos de la
luna. La maldición se hizo efectiva, y el niño fue condenado a vagar por
los bosques sin descanso, apareciéndose en las noches de Luna llena
cargando con una pila de leña que no sabe dónde dejar.
Xuan de la Borrina: Llamado
también Xuan Blancu (Juán el Blanco), Xuan de Madruga (Juan el de la
Madrugada), Xuan de Riba (Juán el de Arriba) Xuan Barbudu (Juán el
barbudo) o Xuan de la niebla, este venerable anciano merodea por montes y
valles acompañado de su perro lanudo y de su esposa, de quien
curiosamente se dice que también tiene barba. Se aparecen solo dentro de
la niebla como figuras borrosas y algo lejanas, de modo que nadie puede
verlos de forma nítida. La leyenda le atribuye el don de traer la
niebla así como de hacerla desaparecer, volviéndola hacia el cielo. Los
pastores consideran a Xuan una especie de pastor con poder de dominar a
la niebla, y al que pedían protección para sus rebaños cuando ésta
cubría los valles en donde ellos estaban.
Zamparrampa:
Mujer de aspecto deforme y cruel, a la que le gusta sembrar todo tipo
de caos y desorden en las cosas en donde entra. Le encanta a asustar a
los niños y provocar desastres domésticos, volviendo locas a las mujeres
de la casa.
Anexo (Parques Naturales): El Principado de Asturias es un