lunes, 22 de mayo de 2017

Mitología Wayúu : Cosmogonía Wayúu

ESPIRAL por Jorge Rosensvaig
ESPIRAL por Jorge Rosensvaig
Las ideas cosmogónicas están expresadas por la etnia wayúu de la siguiente manera. Existe el héroe cultural más importante que es Maléiwa o Ma.lei’wa, a quien atribuyen los guajiros la creación de todas las cosas y por supuesto a los wayúu. Apunta el autor guajiro Miguel A Jusayú (1977) que Ma.lei’wa (Dios) no se sabe exactamente desde qué época se empieza a llamarse Maléiwa a Dios porque en el concepto guajiro no hay deberes u obligaciones que cumplir con Ma.lei’wa.

En cuanto a la cosmología, los wayúu consideran que el mundo está conformado por una capa superior o “techo sólido azul” constituido por el firmamento, “sostenido por alguien o algo”, según el autor guajiro Miguel A Jusayú, en nota referida al popular relato “Ni era vaca ni era caballo”. Luego siguen la tierra y finalmente un inframundo poblado. En un mito recogido por M Perrín (1979), llamado “Los Akalakui” se dice que: estos viven en las entrañas de la Tierra y la tierra donde viven es Pulowi. Tienen la estatura de niños pequeños y van en grupos numerosísimos y atacan a los hombres de muchas maneras.  Y agrega el mismo autor que: “A esos seres sobrenaturales los guajiros los llaman también akalapui o puuraata”. Acá vale la pena anotar que en algunas otras etnias de estirpe caribe, existen en sus concepciones cosmológicas, mundos subterráneos, generalmente con agua pero poblados por seres pequeños.
Los wayúu comprenden en su dinámica cotidiana, que fueron concebidos en el seno de la Madre Tierra, donde cada ser se traduce dentro de un territorio sagrado, en el que se estima la vida como máxima creación. En el plano de lo simbólico condensan su cosmovisión a través de una figura de espiral, en la cual se representa la unidad integral del pasado, el presente y el futuro. Este pensamiento comporta una visión integral y unitaria del universo, en que es contemplado como una unidad perpetua, donde el espacio y el tiempo se hallan estrechamente unidos. En este sentido, los wayúu consideran que el pasado ha originado el presente, y por lo tanto, también es presente, del mismo modo en que el presente va configurando el futuro, y de hecho también se constituye en futuro.
Afirma el poeta wayúu José Ángel Fernández que, “entendiendo por cosmovisión al conocimiento que el hombre tiene sobre sí mismo, de su entorno y su relación con los elementos de la naturaleza, incluyendo los fenómenos telúricos, astronómicos y suprasensoriales, para el wayúu existe un tiempo-espacio relativo y continuo, por lo tanto el pasado, el presente y el futuro están fusionados y relacionados armónicamente. Existe una idea sobre el espacio sagrado que genéricamente puede ser expresado con el término pulowui, que en el plano de la religiosidad wayúu es concebido paradójicamente en el aquí terrenal como el mas allá o Jepira (paraíso de los wayuu muertos). Por esa concepción espiral e integrada de lo espacial y lo temporal, el wayúu se nutre de una cultura altamente simbólica y surrealista, lo que explica el uso cotidiano de mucho simbolismo en el plano real y onírico. Vivimos soñando y ritualizando, lo que nos permite expresar conductas y actitudes que nutren día a día el mundo mágico religioso wayúu”. A partir de esta síntesis, representada en la figura de espiral, los wayúu dan explicación de sus orígenes y los diversos fenómenos que configuraran sus dioses especiales y cósmicos que rigen todo su universo mitológico, y como tales, se hallan presentes en muchos cuentos y relatos que provienen, fundamentalmente, de su tradición oral.
 
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La realidad ancestral está expresada en la palabra simbólica, la cual cuando se interpreta no solo descubrimos la visión de la creación en su contexto sagrado, sino también bajo un carácter práctico y cónsono con su vida social y su manera de concebir su organización como pueblo.
Maléiwa hizo también los hierros, para marcar cada clan y distinguirlo: uno para los Uliana, otro para los Jayaliyuu, otro para los Uraliyuu. Hizo uno para los Ipuana, otro para los Juusayuu, otro para los Epieyuu, otro para los Sapuana, otro para los Jinnu…
El lenguaje wayúu encierra una visión propia de su mundo cosmogónico, el mismo es producto de la concepción religiosa. Lo que permite conocer en las culturas la determinación de trascendencia, pues el cielo como tal es concebido como un ente divino que guarda el origen de todo. “La tierra, el mar, el sol, el viento, la luna, las montañas, los ríos, las piedras, el fuego, la neblina, las nubes y demás seres son genios portentosos que hablan, se pelean, se aniquilan y se discuten la posesión del mundo”. El mito trasciende la razón en los términos racionales para hacerse eco de un argumento explicativo del fenómeno de la existencia en su relación con Dios y en la figuración de sus propios dioses; lo cual constituye una interpretación de la gestación del pensar en cada entidad étnica, en su diferencialidad y en su modalidad específica. Allí se descubre una dimensión filosófica que amerita ser interpretada y reconocida. Bien vale reconocer los diversos elementos que nos ofrece la fenomenología para esclarecer la significación del pensamiento mítico.
En el pensamiento mítico wayúu se destaca un lugar fabuloso “Jorotui”, donde se encuentra la claridad perenne. Esta es concebida como una gran cueva debajo de la tierra; se trata de una bóveda luminaria que tiene especial significación para esta etnia, en la medida que es relacionada con la potestad absoluta de una deidad que representa el todo, por su facultad creadora y su potencialidad. Es Maléiwa quien en los términos filosóficos representa la unidad, pues él es el mismo cosmos, de donde proviene la creación. “Al ser la creación del mundo la creación por excelencia, la cosmogonía pasa a ser el modelo ejemplar para toda la especie de creación. Esto no quiere decir que el mito del origen imite o copie el modelo cosmogónico, pues no se trata de una reflexión coherente y sistemática”.
En este orden, la representación sagrada que encierra Maléiwa como Dios absoluto se plasma en las otras divinidades, por ejemplo, la figura de Juyá guarda su potencialidad en la figuración de justicia y de sabiduría con sus actos y sus acciones. De hecho, la lluvia es el fenómeno más querido y apreciado en esta población étnica, no solo por sus explicaciones simbólicas sino por el hecho mismo de ser el fenómeno más apropiado para una población insertada en una región casi desértica. Esto cobra verdadero sentido en el pensamiento mítico. Por ende, constituye Juyá la sabiduría ancestral y una de las divinidades de mayor trascendencia en la conciencia espiritual.
Los mitos explican, en gran medida, la creencia wayúu sobre la génesis del mundo, de sus antiguos pobladores y sobre su conformación corporal. Dichos relatos describen la voluntad omnipotente de los dioses y su poder creador; y cómo los mismos dieron vida a una generación de semidioses dotados de poderes curativos, don de palabra y pericias de diversa naturaleza; así como también, describen el surgimiento de una tercera generación, conformada por animales y hombres wayúu, poseedores de algunas destrezas sobrehumanas y con similitudes anatómicas.
En los relatos wayúu la apariencia y las voces de la materia orgánica, de las fuerzas naturales y espectrales eran distintivamente humanas. Deidades, plantas y animales eran corporalmente hombres y mujeres wayúu; solo las deidades hablaban una lengua diferente, además del wayuunaiki.
Con el pasar de los tiempos, los primigenios pobladores de la Península de la Guajira transmutaron su apariencia corporal. Los personajes míticos que cometieron infracciones y experimentaron vicisitudes, que atentaron contra el orden establecido por Maléiwa, expiaron sus culpas evolucionando o mutando corporalmente.

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