Ilustración de El Tintín en grabado con la técnica punta seca, realizado en 2014.
Llamado de ambas maneras, el Duende o Tintín es personaje muy popular
en la campiña litoralense. El imaginario montubio lo describe como un
ser mítico de mediana estatura, con grandes orejas puntiagudas y que él
las esconde con un sombrero jipijapa de ala ancha. Por lo general, solo
se les presenta a las muchachas campesinas solteras, de cabellos
bastante largos y muy velludas en piernas y brazos.
Aunque se asegura que su aparición es nocturna, hay ocasiones en que
durante el día pero en sitios desprovistos de claridad, enamora a las
chicas lanzándoles piedritas para llamarles la atención.
En la noche, cuando más emprende sus correrías, se esconde bajo la
cama de la joven escogida y cuando sale, guitarra en mano, comienza a
cantarle coplas, amorfinos y otras canciones muy empalagosas hasta que
la chiquilla opta por dejarlo que ocupe un lugar en su aposento. La
estrategia del duende es empreñar (dejar encinta) a la víctima y huir
apenas lo comprueba; conseguido su propósito irá por otra señorita.
De los campesinos de mayor edad, en distintas épocas, se difundió la
aplicación de la contra para anular o vencer al inquieto y testarudo
ser: cuando el zalamero aparezca cantando y rasgando su guitarra o
vihuela, la chica pretendida debe tomar la bacinilla que usa en su
alcoba y fingir que del recipiente come caca o excrementos.
Frente a esta escena fuera de lo común, el Duende se alejará a prisa
para siempre, pues se sabe que es muy aseado y su pretendida le parecerá
asquerosa.
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