Las plantas y las costumbres arraigadas con la muerte, los cementerios y las brujas en La Mancha son mucho más antiguas que las recién “adoptadas” tradiciones anglosajonas. Hoy repasamos estas costumbres y la simbología de ciertos árboles y plantas
Tradicionalmente en La Mancha, el Día de Todos los Santos ha sido el día de honrar a nuestros difuntos. Una noche donde cada vez más aceptamos como costumbres propias el popular Halloween. Sin embargo, las plantas y las costumbres arraigadas con la muerte, los cementerios y las brujas aquí en la comarca son mucho más antiguas que las recién “adoptadas” tradiciones anglosajonas. Hoy daremos un repaso por dichas costumbres y la simbología de ciertos árboles y plantas.
¿Por qué se plantan cipreses en los cementerios?
El ciprés es un árbol que siempre se asocia a los camposantos. Apenas existen cementerios donde no haya una hilera de cipreses. Son varias las razones: la primera y más pragmática es su facilidad de crecimiento, su madera imputrescible y lo poco invasiva que resultan sus raíces, verticales y que apenas levantan el suelo o provocan estropicios colaterales en tumbas y nichos. Sirven además de cortavientos, siempre están verdes y a muchos les generan una gran serenidad. Otra de las razones, son mitológicas: los primeros cristianos decían que eran árboles que apuntaban la dirección hacia donde las almas tenían que partir. Se piensa que era una tradición “adaptada” de la mitología griega. Se trataba de Cipariso, un muchacho que fue amante del Dios Apolo. En su idilio Apolo le regaló un ciervo, que fue su fiel compañero y tiempo después también le regaló una jabalina. Cipariso lanzó la jabalina para cazar un animal e hirió mortalmente a su ciervo. El joven pidió al Dios Apolo poder llorarle a su fiel compañero eternamente y lo convirtió en ciprés (árbol que simboliza la tristeza y el dolor) Se dice que las lágrimas eternas corresponden a la resina que emana de sus troncos y a las piñas o conos de este árbol. Una última razón es la práctica: los cristianos enterraban sin ataúd, directamente en la tierra, y un acúmulo de cadáveres provocaba un olor insoportable. Los cipreses acidifican el suelo con sustancias que evitan el crecimiento de otras plantas, pero que también disimulaban enormemente el olor producido en los antiguos cementerios. De ahí su uso.
Pues los cipreses a buen seguro que fueron los primeros árboles importados a Alcázar y la comarca. Todos los romanos que tenían un patio -hortus- plantaban un ciprés. Seguro que en la Alces romana y en el Barrio de Santa María abundaron estos árboles. También es de sobra conocido que hay pueblos llamados de las “Brujas”, como Herencia o Daimiel, donde al menos en el segundo hay constancia de mujeres acusadas de Brujería por el Tribunal de la Santa Inquisición en el siglo XVI (1541). Se hablaba de Juana Ruiz, que salía por su chimenea hacia el cementerio para robar huesos, o de Apolonia la Forastera, acusada de organizar aquelarres, orar al demonio y fabricar ungüentos demoníacos. Todas ellas tienen un elemento común, y es el uso de la madera de ciprés como madera utilizada para sus mesas, que tenían que ser de este árbol por sus supuestas cualidades mágicas. También fue un árbol que simbolizaba la figura femenina.
¿Había escobas de brujas en La Mancha?
¿Qué otro árbol se relaciona con la brujería y la hechicería en La Mancha?
Sin duda alguna, la higuera. De ella se cuentan numerosísimas leyendas. Se dice que cortar una higuera provoca la muerte en menos de cinco años al que lo haga. Que si duermes en luna llena bajo una higuera y miras a un pozo, podrás ver el día de tu entierro. Aquí no sólo se usó para cortar la leche o macerar la carne. Se dice aún que las embarazadas no pueden acercarse a una higuera porque causan la locura en el feto o si se tendiera la ropa de un bebé en sus ramas. Se cuenta también que en esta época era frecuente encontrar nudos de esparto allá donde algún campesino había fallecido en extrañas circunstancias. Además, existen plantas de las que se cuenta que son las que crecen en las puertas del infierno, como los gamones que crecen en la Sierra de Herencia o en Valdehierro.
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