El mar Caspio es un lugar por naturaleza misterioso. Es el lago
continental más grande de la tierra, con casi 1.200 kilómetros de largo y
alrededor de 320 kilómetros de ancho, y su profundidad (que va desde un
promedio de 6 metros en la región norte hasta nada despreciables mil
metros en la región sur) favorece que en él habiten todo tipo de
criaturas. Por su abundancia y su ubicación, ha sido el hogar de miles
de sociedades y un punto de contacto entre diferentes civilizaciones,
pues en sus costas conviven árabes, iraníes, rusos, eslavos y armenios,
por solo mencionar una pequeña parte de las culturas que allí se han
establecido.
El Mar Caspio es también el hogar de innumerables leyendas. Una de las más interesantes (y que recuerda un poco a la leyenda del Hombre Pez) habla de la existencia de una criatura semejante a un hombre marino en las aguas del mar interior. Principalmente en las regiones del suroccidente y el extremo sur, diversas sociedades han reportado la aparición de una criatura anfibia que se asemeja a un ser humano. La bestia – se dice – tiene alrededor de 1,65m de estatura, con una gran mandíbula que se funde en el cuello sin que aparezca una barbilla y ojos grandes, elípticos, ubicados en una cabeza sin orejas. En ella quedaba un rezago verdoso de lo que, otrora, parecía haber sido cabello.
Sus manos palmeadas están adornadas de unas temibles garras, y su nariz se asemeja un poco a aquella de un delfín. Es de contextura gruesa, con brazos y piernas cortos y musculosos para propulsarse a través de las aguas. En Irán, en donde es más conocida (y antigua) la leyenda, se le denomina Runan-shah, “el maestro de los mares y los ríos”, pues supuestamente nada siempre acompañado de cardúmenes y puede volver el agua cristalina solo con pasar por ella. De acuerdo con la leyenda y los avistamientos, habita en las aguas pero también sale de vez en cuando a la costa.
El avistamiento más reciente y mejor documentado ocurrió en marzo de 2005, cuando la tripulación del navío Baku se encontró con una criatura que nadó un buen rato junto a la embarcación. De acuerdo con el capitán, Gafar Gasanov, en principio pensaron que se trataba de algún tipo de pescado grande, hasta que detallaron sus agallas y la presencia de cabello en su cuerpo. Esto llevó a detallar con más cuidado a la criatura que entonces mostró sus rasgos humanoides (brazos y piernas). La tripulación siguió junto al hombre pez por algunos minutos, antes de que se sumergiera en las profundidades.
Lo más interesante del asunto es que en su natal Azerbaiyán los pescadores fueron tomados como maniáticos, pero en el vecino Irán la historia tuvo una amplia aceptación.
El
mar Caspio es un lugar por naturaleza misterioso. Es el lago
continental más grande de la tierra, con casi 1.200 kilómetros de largo y
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mar Caspio es un lugar por naturaleza misterioso. Es el lago
continental más grande de la tierra, con casi 1.200 kilómetros de largo y
alrededor de 320 kilómetros de ancho, y su profundidad (que va desde un
promedio de 6 metros en la región norte hasta nada despreciables mil
metros en la región sur) favorece que en él habiten todo tipo de
criaturas.
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El
mar Caspio es un lugar por naturaleza misterioso. Es el lago
continental más grande de la tierra, con casi 1.200 kilómetros de largo y
alrededor de 320 kilómetros de ancho, y su profundidad (que va desde un
promedio de 6 metros en la región norte hasta nada despreciables mil
metros en la región sur) favorece que en él habiten todo tipo de
criaturas.
Por su abundancia y su ubicación, ha sido el hogar de miles de sociedades y un punto de contacto entre diferentes civilizaciones, pues
en sus costas conviven árabes, iraníes, rusos, eslavos y armenios, por
solo mencionar una pequeña parte de las culturas que allí se han
establecido.
El Mar Caspio es también el hogar de
innumerables leyendas. Una de las más interesantes (y que recuerda un
poco a la leyenda del Hombre Pez)
habla de la existencia de una criatura semejante a un hombre marino en
las aguas del mar interior. Principalmente en las regiones del
suroccidente y el extremo sur, diversas sociedades han reportado la aparición de una criatura anfibia que se asemeja a un ser humano. La
bestia – se dice – tiene alrededor de 1,65m de estatura, con una gran
mandíbula que se funde en el cuello sin que aparezca una barbilla y ojos
grandes, elípticos, ubicados en una cabeza sin orejas.
En ella quedaba un rezago verdoso de lo que, otrora, parecía haber sido cabello.
Sus manos palmeadas están adornadas de
unas temibles garras, y su nariz se asemeja un poco a aquella de un
delfín. Es de contextura gruesa, con brazos y piernas cortos y musculosos para propulsarse a través de las aguas. En Irán, en donde es más conocida (y antigua) la leyenda, se le denomina Runan-shah, “el maestro de los mares y los ríos”, pues supuestamente nada siempre acompañado de cardúmenes y puede volver el agua cristalina solo con pasar por ella. De acuerdo con la leyenda y los avistamientos, habita en las aguas pero también sale de vez en cuando a la costa.
Avistamientos recientes
El avistamiento más reciente y mejor documentado ocurrió en marzo de 2005, cuando la tripulación del navío Baku se
encontró con una criatura que nadó un buen rato junto a la embarcación.
De acuerdo con el capitán, Gafar Gasanov, en principio pensaron que se
trataba de algún tipo de pescado grande, hasta que detallaron sus
agallas y la presencia de cabello en su cuerpo. Esto llevó a detallar con más cuidado a la criatura que entonces mostró sus rasgos humanoides (brazos
y piernas). La tripulación siguió junto al hombre pez por algunos
minutos, antes de que se sumergiera en las profundidades.
Lo más interesante del asunto es que en
su natal Azerbaiyán los pescadores fueron tomados como maniáticos, pero
en el vecino Irán la historia tuvo una amplia aceptación.
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El
mar Caspio es un lugar por naturaleza misterioso. Es el lago
continental más grande de la tierra, con casi 1.200 kilómetros de largo y
alrededor de 320 kilómetros de ancho, y su profundidad (que va desde un
promedio de 6 metros en la región norte hasta nada despreciables mil
metros en la región sur) favorece que en él habiten todo tipo de
criaturas.
Por su abundancia y su ubicación, ha sido el hogar de miles de sociedades y un punto de contacto entre diferentes civilizaciones, pues
en sus costas conviven árabes, iraníes, rusos, eslavos y armenios, por
solo mencionar una pequeña parte de las culturas que allí se han
establecido.
El Mar Caspio es también el hogar de
innumerables leyendas. Una de las más interesantes (y que recuerda un
poco a la leyenda del Hombre Pez)
habla de la existencia de una criatura semejante a un hombre marino en
las aguas del mar interior. Principalmente en las regiones del
suroccidente y el extremo sur, diversas sociedades han reportado la aparición de una criatura anfibia que se asemeja a un ser humano. La
bestia – se dice – tiene alrededor de 1,65m de estatura, con una gran
mandíbula que se funde en el cuello sin que aparezca una barbilla y ojos
grandes, elípticos, ubicados en una cabeza sin orejas.
En ella quedaba un rezago verdoso de lo que, otrora, parecía haber sido cabello.
Sus manos palmeadas están adornadas de
unas temibles garras, y su nariz se asemeja un poco a aquella de un
delfín. Es de contextura gruesa, con brazos y piernas cortos y musculosos para propulsarse a través de las aguas. En Irán, en donde es más conocida (y antigua) la leyenda, se le denomina Runan-shah, “el maestro de los mares y los ríos”, pues supuestamente nada siempre acompañado de cardúmenes y puede volver el agua cristalina solo con pasar por ella. De acuerdo con la leyenda y los avistamientos, habita en las aguas pero también sale de vez en cuando a la costa.
Avistamientos recientes
El avistamiento más reciente y mejor documentado ocurrió en marzo de 2005, cuando la tripulación del navío Baku se
encontró con una criatura que nadó un buen rato junto a la embarcación.
De acuerdo con el capitán, Gafar Gasanov, en principio pensaron que se
trataba de algún tipo de pescado grande, hasta que detallaron sus
agallas y la presencia de cabello en su cuerpo. Esto llevó a detallar con más cuidado a la criatura que entonces mostró sus rasgos humanoides (brazos
y piernas). La tripulación siguió junto al hombre pez por algunos
minutos, antes de que se sumergiera en las profundidades.
Lo más interesante del asunto es que en
su natal Azerbaiyán los pescadores fueron tomados como maniáticos, pero
en el vecino Irán la historia tuvo una amplia aceptación.
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Pocos
lugares son sinónimo de magia y leyenda tanto como los antiguos reinos
del norte europeo. En aquellas regiones, dominio de la nieve y hogar de
las poderosas y temidas runas (que por mucho tiempo se consideraron
poseedoras de una magia inconmensurable), seres desconocidos tomaban
formas incomprensibles y reinaban en mundos perdidos debajo de los seres humanos.
Una de las leyendas más interesantes en aquellas regiones del norte es la de los No Muertos, es decir, aquellas personas que “vuelven” después de la muerte, pero no exactamente como fantasmas o espíritus, sino como verdaderos No Muertos que todavía pueden usar sus antiguos cuerpos.
Los orígenes de los Daugr no son del todo claros. Sin embargo, la muerte a causa del ataque de estas criaturas – algo bastante común en la mitología nórdica – hará que la víctima se levante, a su vez, como un nuevo Daugr, por lo que la mayor parte de estos seres se origina a causa del ataque de uno de ellos.
Como mencionamos más arriba, además de su gusto por la sangre de los vivos lo Daugr están dotados de poderes mágicos que los convertían en seres verdaderamente temibles. Además de la posibilidad de cambiar de forma a voluntad (ya fuese para adoptar la apariencia de otra persona o la de un animal), estas criaturas poseían grandes habilidades mágicas, la capacidad de predecir el futuro e incluso la posibilidad de volverse “inmateriales” y atravesar la roca sólida y el suelo.
Una variedad de Daugr, los Haugbui, posee atributos semejantes pero permanece siempre en las cercanías de su tumba, atacando únicamente a quienes se atrevan a profanar el suelo sagrado.
Tomando las medidas adecuadas, era posible evitar que un muerto tomara este camino. Sin embargo, quienes morían en la Guerra, o fuera del hogar (y que no recibían adecuada sepultura) siempre podían tomar esta forma. La leyenda de los Draugr desaparece un par de siglos después de la cristianización del norte… pero entretanto nos pone frente a un mundo en el que los muertos vivientes eran considerados una amenaza constante.
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Una de las leyendas más interesantes en aquellas regiones del norte es la de los No Muertos, es decir, aquellas personas que “vuelven” después de la muerte, pero no exactamente como fantasmas o espíritus, sino como verdaderos No Muertos que todavía pueden usar sus antiguos cuerpos.
Daugr
Conocidos también como aptrgangr (literalmente, “aquel que camina después de la muerte”), los Daugr eran un conjunto de criaturas que podían tomar muchas formas y modificar su tamaño a voluntad. Todas, sin embargo, tenían algo en común: correspondían originalmente al cuerpo de una persona muerta.Los orígenes de los Daugr no son del todo claros. Sin embargo, la muerte a causa del ataque de estas criaturas – algo bastante común en la mitología nórdica – hará que la víctima se levante, a su vez, como un nuevo Daugr, por lo que la mayor parte de estos seres se origina a causa del ataque de uno de ellos.
Como mencionamos más arriba, además de su gusto por la sangre de los vivos lo Daugr están dotados de poderes mágicos que los convertían en seres verdaderamente temibles. Además de la posibilidad de cambiar de forma a voluntad (ya fuese para adoptar la apariencia de otra persona o la de un animal), estas criaturas poseían grandes habilidades mágicas, la capacidad de predecir el futuro e incluso la posibilidad de volverse “inmateriales” y atravesar la roca sólida y el suelo.
Una variedad de Daugr, los Haugbui, posee atributos semejantes pero permanece siempre en las cercanías de su tumba, atacando únicamente a quienes se atrevan a profanar el suelo sagrado.
La tradición para evitarlos
Los antiguos nórdicos tomaban todo tipo de precauciones para asegurar que sus muertos no se convirtieran en un Daugr. Para comenzar, colocaban unas tijeras abiertas sobre su pecho y paja o pasto seco en sus bolsillos. Luego clavaban un alfiler a la planta de su pie y ataban sus dedos para evitar que pudiese volver a caminar. Y para terminar, construían una “puerta” ritual, y evitando que el difunto la “viera” la cerraban por encima de él.Tomando las medidas adecuadas, era posible evitar que un muerto tomara este camino. Sin embargo, quienes morían en la Guerra, o fuera del hogar (y que no recibían adecuada sepultura) siempre podían tomar esta forma. La leyenda de los Draugr desaparece un par de siglos después de la cristianización del norte… pero entretanto nos pone frente a un mundo en el que los muertos vivientes eran considerados una amenaza constante.
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Pocos
lugares son sinónimo de magia y leyenda tanto como los antiguos reinos
del norte europeo. En aquellas regiones, dominio de la nieve y hogar de
las poderosas y temidas runas (que por mucho tiempo se consideraron
poseedoras de una magia inconmensurable), seres desconocidos tomaban
formas incomprensibles y reinaban en mundos perdidos debajo de los seres humanos.
Una de las leyendas más interesantes en aquellas regiones del norte es la de los No Muertos, es decir, aquellas personas que “vuelven” después de la muerte, pero no exactamente como fantasmas o espíritus, sino como verdaderos No Muertos que todavía pueden usar sus antiguos cuerpos.
Los orígenes de los Daugr no son del todo claros. Sin embargo, la muerte a causa del ataque de estas criaturas – algo bastante común en la mitología nórdica – hará que la víctima se levante, a su vez, como un nuevo Daugr, por lo que la mayor parte de estos seres se origina a causa del ataque de uno de ellos.
Como mencionamos más arriba, además de su gusto por la sangre de los vivos lo Daugr están dotados de poderes mágicos que los convertían en seres verdaderamente temibles. Además de la posibilidad de cambiar de forma a voluntad (ya fuese para adoptar la apariencia de otra persona o la de un animal), estas criaturas poseían grandes habilidades mágicas, la capacidad de predecir el futuro e incluso la posibilidad de volverse “inmateriales” y atravesar la roca sólida y el suelo.
Una variedad de Daugr, los Haugbui, posee atributos semejantes pero permanece siempre en las cercanías de su tumba, atacando únicamente a quienes se atrevan a profanar el suelo sagrado.
Tomando las medidas adecuadas, era posible evitar que un muerto tomara este camino. Sin embargo, quienes morían en la Guerra, o fuera del hogar (y que no recibían adecuada sepultura) siempre podían tomar esta forma. La leyenda de los Draugr desaparece un par de siglos después de la cristianización del norte… pero entretanto nos pone frente a un mundo en el que los muertos vivientes eran considerados una amenaza constante.
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Una de las leyendas más interesantes en aquellas regiones del norte es la de los No Muertos, es decir, aquellas personas que “vuelven” después de la muerte, pero no exactamente como fantasmas o espíritus, sino como verdaderos No Muertos que todavía pueden usar sus antiguos cuerpos.
Daugr
Conocidos también como aptrgangr (literalmente, “aquel que camina después de la muerte”), los Daugr eran un conjunto de criaturas que podían tomar muchas formas y modificar su tamaño a voluntad. Todas, sin embargo, tenían algo en común: correspondían originalmente al cuerpo de una persona muerta.Los orígenes de los Daugr no son del todo claros. Sin embargo, la muerte a causa del ataque de estas criaturas – algo bastante común en la mitología nórdica – hará que la víctima se levante, a su vez, como un nuevo Daugr, por lo que la mayor parte de estos seres se origina a causa del ataque de uno de ellos.
Como mencionamos más arriba, además de su gusto por la sangre de los vivos lo Daugr están dotados de poderes mágicos que los convertían en seres verdaderamente temibles. Además de la posibilidad de cambiar de forma a voluntad (ya fuese para adoptar la apariencia de otra persona o la de un animal), estas criaturas poseían grandes habilidades mágicas, la capacidad de predecir el futuro e incluso la posibilidad de volverse “inmateriales” y atravesar la roca sólida y el suelo.
Una variedad de Daugr, los Haugbui, posee atributos semejantes pero permanece siempre en las cercanías de su tumba, atacando únicamente a quienes se atrevan a profanar el suelo sagrado.
La tradición para evitarlos
Los antiguos nórdicos tomaban todo tipo de precauciones para asegurar que sus muertos no se convirtieran en un Daugr. Para comenzar, colocaban unas tijeras abiertas sobre su pecho y paja o pasto seco en sus bolsillos. Luego clavaban un alfiler a la planta de su pie y ataban sus dedos para evitar que pudiese volver a caminar. Y para terminar, construían una “puerta” ritual, y evitando que el difunto la “viera” la cerraban por encima de él.Tomando las medidas adecuadas, era posible evitar que un muerto tomara este camino. Sin embargo, quienes morían en la Guerra, o fuera del hogar (y que no recibían adecuada sepultura) siempre podían tomar esta forma. La leyenda de los Draugr desaparece un par de siglos después de la cristianización del norte… pero entretanto nos pone frente a un mundo en el que los muertos vivientes eran considerados una amenaza constante.
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