Cuando alguien se atreve a nombrar en voz alta a las Lámpades, sabe que también está invocando a la poderosa Hécate, pues es a ella a quien servían estas bellas ninfas del inframundo.
Si eres un admirador de la mitología clásica, puede que hayas oído hablar de ellas en varias ocasiones, en especial cuando se tocan temas de brujería o artes oscuras. No obstante, no son muy conocidas a pesar de su aura sobrenatural, de su sutil encanto a medio camino entre lo oscuro, lo mágico y lo ancestral.
Estamos seguros de que te va a encantar descubrir el singular mundo de las Lámpades.
Lámpades: la luz del inframundo
Hécate no es una diosa cualquiera, de hecho, son muchos los expertos que no sitúan sus raíces en la mitología griega. Es más antigua, su tiempo se une al de los propios Titanes y es común ver representaciones a su culto ya entre los carios de Asia Menor.Hécate es considerada ante todo, como una diosa de lo oscuro, de la hechicería y del mundo del más allá. Por ello, se la conoce a menudo como “La reina de los fantasmas”, y de ahí que puedan verse muchos tótems con su figura a la entrada de templos, ciudades o incluso bosques. Situar la presencia de Hécate suponía establecer un límite protector entre este mundo y el otro. El que a los mortales nos está vetado y que, por su puesto, no entendemos.
Ahora bien, al igual que Hécate nos protegía de los espíritus malvados, también era capaz de traer entidades del más allá. Su nombre aparece en muchos manuales antiguos de hechicería, ahí donde invocarla a ella, donde dibujarla con esa figura que solía mostrar cuando entraba en el mundo de los mortales: la de un perro, un enorme can acompañado por unas mujeres que la protegían y la guiaban: las Lámpades.
¿Y quienes eran ellas? ¿Qué origen tienen las Lámpades y por qué protegen a Hécate? En realidad, las Lámpades fueron creadas y ofrecidas como regalo a la propia diosa del inframundo por parte del dios de todos los hombres: Zeus. Fue un símbolo de agradecimiento, puesto que fue ella la única titánide que le ofreció ayuda durante la Titanomaquía o guerra de Titanes.
En esa batalla que duró más de 10 años, se enfrentaron los seres más antiguos del mundo, y el único ser que lo dio todo por servir de ayuda a Zeus fue Hécate. De ahí, que para cuidar de ella en todo momento, le ofreciera esas bellas y poderosas mujeres que la acompañaban en sus incursiones nocturnas al más allá o al mundo de los vivos, guiándola con sus antorchas imperecederas.
La mitología griega las conoce como Lámpades, mientras que las leyendas con origen romano hablan de ellas como las Avernales. Dice la leyenda que en su afán por mantener a su señora protegida, evitan que todo hombre se acerque a ella. Para conseguirlo, lo que hacen es levantar sus poderosas lámparas, una luz que no sólo consigue cegarnos, sino que además, puede muy bien enloquecernos.
Así que deberás tener cuidado, sobre todo en esas noches oscuras en que oigas un perro aullar en la lejanía. Puede ser la propia Hécate visitando este mundo. Evita, ante todo, los cruces de caminos, pues es aquí donde tienen su entrada la “Reina de los fantasmas” y sus fieles protectoras: las lámpades.
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