El
dragón (del latín draco, y este del griego δρακων, drakon, “víbora” o
“serpiente de gran tamaño, o serpiente de agua”, que probablemente viene
del verbo δρακεῖν “ver claramente”) es un ser mitológico que aparece en
diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con diferentes
simbolismos asociados.
En función de las diversas culturas que
lo han representado, la figura del dragón juega un papel importante como
dios o guardián, o como monstruo y poderoso enemigo. El mito de la
existencia de los dragones en nuestra tierra se sustenta en una diversa
cantidad de leyendas y representaciones, diseminadas en toda la
Peninsula Iberica.
Los dragones ibericos y occidentales
tienen por lo general apariencia de un gran lagarto o cocodrilo, con
alas, aliento de fuego, cuernos y gran ferocidad. Se le atribuyen
cualidades y habilidades tales como ser poseedor de una gran sabiduría y
conocimiento o pecar de gran avaricia y codicia que le conduzca a
devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros. También se
les relaciona con el agua, pero de modo destructivo con inundaciones
catastróficas a su paso. Por lo tanto, la imagen y figura del dragón ha
ido variando y ha sido interpretada de muy diversas formas a lo largo
de la historia. En Occidente actualmente es casi siempre concebido como
una criatura malvada, poderosa y cruel, estereotipo extraído tanto de
las antiguas leyendas como de las más modernas películas. Son, en
general, peligrosos, e incluso se les relaciona directamente con el
demonio. En el Libro de Job se describe al monstruo marino Leviathan con
características propias del dragón, el cual es llamado “Rey de las
Bestias”.
Los cristianos heredaron la idea hebrea
del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del apóstol Juan, y en otras
tradiciones posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el
pecado y al aparecer bajo los pies de los santos y mártires representa
el triunfo de la fe y los reinos cristianos sobre el diablo.
A diferencia también de los mas beneficos
para la humanidad como son los dragones orientales, los dragones
occidentales han sido cazados o destruidos según casi todas las
leyendas. Para matar a un dragón hace falta una lanza de hierro. Es muy
probable que el primer hierro que conocieron los humanos procediese de
meteoritos, y, puesto que estos caen desde el cielo, se creía que su
origen era celestial y por tanto contaba con el poder para destruir el
mal.
“Hubo un gran combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos. Y fue arrojado el Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles con él.” Nuevo Testamento, Apocalipsis (12,7-9)
San Miguel se batió con el demonio
dragón y lo expulsó del cielo, pero el más famoso aniquilador de
dragones es San Jorge. Según la leyenda, hace unos dos mil años vivía en
un lago un dragón terrorífico que exigía sacrificios humanos. Por
casualidad (o por suerte) pasó San Jorge por el lugar en que habían
atado y abandonado a su suerte a la hija del rey para aplacar las
exigencias del malvado dragón. En este punto encontramos diferentes
versiones de lo que allí aconteció. La primera y tal vez la más contada
es que el héroe mató al dragón clavándole una lanza y en el charco de
sangre que se formó en el suelo de la mortal herida, creció un rosal de
rosas rojas, símbolo del amor del santo y la princesa (en Catalunya el
23 de abril se celebra la festividad de Sant Jordi en la que las damas
reciben de sus amados una rosa roja)
La lucha entre el dragón y un héroe o un
dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos
combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián,
que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera,
cuya acción implica la muerte –o el nacimiento– de un orden
universal. De todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que
implica la espera y el mantenimiento de un orden que preludia una
reinvención del universo o el descubrimiento de un lugar sagrado.
Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que
simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.
Para los celtas, el
dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser
controlada y utilizada por los magos. Creían que los dragones eran
criaturas del mundo paralelo, y que su poder y presencia afectaba a la
tierra. El camino de los dragones era fundamental para descubrir la
corriente de energía telurica. Si había un punto que el dragón cruzaba
seguido, un punto donde los caminos se cruzaban o uno donde el dragón
paraba a descansar, éstos se convertían en lugares de poder.
El Dragón Lusitano.
Trebaruna, diosa del hogar, las batallas y la muerte es una divinidad
lusitana poco conocida pero bastante importante en la provincia de
Cáceres, en la zona de Galicia y en la Beturia portuguesa, por detrás de
los dioses Ataecina y Endovélico. Trebaruna esta relacionada con el
dragón lusitano representado como un dragón verde con cola
serpentina. Los lusitanos usaban canoas hechas de cuero, o de un tronco
de árbol y adornaban las proas de sus barcos esculpiéndolas en forma de
dragón. Parece ser que éste símbolo era portado por los lusitanos contra
los romanos quedando como legado en la simbología portuguesa. También
entre los conquistadores celtas de Britania fue símbolo de soberanía, y
durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de guerra,
convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar. El dragón
lusitano se convirtio en una criatura marina tan común en la iconografía
portuguesa como lo serían en Francia el águila napoleónica, o el león
entre los emblemas ingleses. Presente en la corona del rey Jaime I , el
dragón es también uno de los principales símbolos heráldicos de
Cataluña y del País Valenciano, zona ibérica por excelencia. .
En la Mitología Catalana tiene unos rasgos especiales. El dragón es un elemento recurrente en los pasacalles y correfocs
de todo el país. La Leyenda de Sant Jordi y el Dragón es emblemática,
que se sitúa en Montblanc (Tarragona), así como la Leyenda del Dragón de
Sant Llorenç del Munt (Barcelona) que, en el siglo IX, fue vencido por
el conde Guifré el Pelós. Igual suerte corrio el Dragón de Vilardell que
aterrorizaba Sant Celoni, entre Gerona y Barcelona, muerto por Soler de
Vilardell . La “cucafera” dentro del bestiario popular catalán es un
dragón monstruoso que tradicionalmente ha precedido la procesión del
Corpus de algunas poblaciones catalanas.
Andalucia se distingue por la Leyenda del Lagarto de la Malena (o Lagarto de la Magdalena, o simplemente Lagarto de Jaén)
es la más famosa de la capital jiennense. Según el mito, cuya primera
referencia escrita data de 1628, en una cueva junto a la fuente de la
Magdalena apareció un lagarto de grandes dimensiones (Gran Sierpe o
Dragón), que atemorizaba a la gente y (dependiendo de la versión) se
comía a quien iba a por agua o a las ovejas de los alrededores. Los
vecinos de la Magdalena, asustados, no se atrevían a salir al manantial,
por lo que buscaron una solución al problema del lagarto. Un pastor,
harto de que el lagarto se comiera a sus ovejas, ideó una treta para
acabar con el lagarto. Tomó a una de sus ovejas y la mató, sacándole
parte de la carne y rellenando el pellejo con yesca encendida. El
reptil, al oler el cordero ensangrentado, lo engulló y murió al
abrasarle la yesca las entrañas. De ahí el dicho de reventar como el lagarto de Jaén.
La «La sangre del lagarto» es un brebaje
que se prepara en la ciudad el Día Oficial del Lagarto de la Magdalena.
Se prepara calentando sin hervir vino tinto con tres clavos, canela en
rama, azucar, cascara de limón o naranja y anís. Se puede tomar frío o
caliente. Durante su preparación se recita el «conjuro del lagarto».
Conjuro:
Sal Dragón ventrudo, de fogoso hocico,
sal de tu cueva y danza como ser maldito.
Volcán de Jabalcuz escucha este duelo,
erupta tu fuego lanzándolo al vuelo,
Duendes y fantasmas venid a la sangre,
escupid el odio sin hacer vinagre.
Viento de Jaén, afila silbidos,
suenen al oído como alaridos.
Pastor, caballero, preso o guerrero,
lanza tus panes, prepara el cordero.
Enciende la yesca, trágate la pena,
¡Que reviente el Lagarto de la Magdalena!
En el Pais Vasco y Cantabria, Sugaar, también llamado Sugar o Maju
es una deidad de la mitología vasca precristiana consorte de la diosa
Mari capaz de cambiar de forma, tomando generalmente forma humana o
forma de serpiente o dragón. Una leyenda vizcaína lo vincula al origen
mitológico del linaje de los señores de Vizcaya. Según esta leyenda, una
princesa escocesa refugiada en Mundaca tuvo un encuentro erótico con
Sugaar, de donde nacería Jaun Zuria, primer señor mitológico (no
histórico) de Vizcaya.
No hay que confundir a Sugaar
con Herensuge, un enorme dragón de siete cabezas de la mitología vasca,
mucho mas primario y diabólico. Volaba dejando un rastro de fuego, y
haciendo un sonido aterrador. Se alimentaba de caballos y burros, y a
veces raptaba seres humanos y los ahogaba, se los comía o, simplemente,
los hacía enloquecer..
En las mitologías asturiana, cántabra y gallega, el cuélebre, culebre o serpe
son los nombres dados a una criatura legendaria, , descrita como un ser
con forma de dragón, similar a una serpiente alada. Vive en los
bosques, en las cuevas y en las fuentes de gran cavidad subterránea.
Otras veces en las gargantas de los ríos y arroyos, alojándose en las
covachas que suelen apreciarse en los recodos de las gargantas pétreas.
Ataca a las personas y a los animales. La escama que le cubre es tan
dura que rechaza los impactos de las armas arrojadizas; únicamente se le
puede dar muerte hiriéndole en los ojos o en una parte vulnerable de la
garganta.
El mito es de origen griego, semejante al
mito del dragón que custodiaba las manzanas de oro en el Huerto de las
Hespérides, situado allá en un punto de la costa de las islas del océano
Atlántico, las Islas Canarias. Este jardín se lo había regalado la
diosa Gea o Tierra a la diosa Juno, y estaba custodiado por un dragón
llamado Ladón. Hércules obligó al dios marino Nereo, levantándole de la
tierra entre sus brazos, a que le revelara el lugar y su secreto. Nereo
era hijo de la Tierra, y mientras la tocase con sus pies era invencible.
Hércules mató al dragón y robó las manzanas de oro, las naranjas.
El
artista y arquitecto Antonio Gaudí, en su obra de la puerta de la finca
Güell de Barcelona plasmo a Ladón, el fiero guardián de la entrada del
jardín de las Hespérides, que fue muerto por Hércules, según se relata
en L’Atlàntida de Jacint Verdaguer. Ese dragón imponente, de más de
cinco metros de envergadura, con fauces y dientes recortados, alas de
murciélago y cola en espiral, sorprende a los turistas por su ferocidad.
Existe una historia sobre un cuélebre que
supuestamente fue avistado en Felechosa, Aller, Asturias en 1965. Se
dijo que entonces se había llevado a cabo la última batida oficial de la
Guardia Civil contra este animal mitológico. La batida, en tono
festivo, habría culminado con una espicha que un empresario local,
Luciano Tejón Muñiz, organizó para las autoridades y para motivar con
ello a que los periodistas con sus artículos atrajeran el turismo a esta
localidad. Pero como diría uno de los vecinos Manolo Tejón “hubiérayos dio meyor sin hubieran discurrío algo con la Virgen del Carmen como fizieron en Lourdes, o Fátima”.
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